A la hora de comprar pan, hay que tener un especial cuidado en calcular las proporciones: lo mejor es adquirir lo que se va a consumir y evitar que sobre. En ese caso, corremos el riesgo de que se ponga duro y se eche a perder al poco tiempo, generando un desperdicio de alimentos completamente innecesario. Para colmo, si se guarda en un lugar húmedo, es muy probable que se desarrolle moho, volviéndolo peligroso para el consumo.
Por supuesto, existen alternativas para comer el sobrante, como hacer tostadas, transformarlo en pan rallado, cocinar budín de pan y hasta tartas saladas. Sin embargo, es preferible dejarlo congelado en el freezer, para que su textura y sabor característicos queden intactos. La clave es envolverlo bien: si no, podría quedar gomoso y seco, complicando la situación.
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En primera instancia, hay que colocar el alimento sobre un film transparente, que esté bien ajustado. Una alternativa válida es utilizar una bolsa con cierre hermético, siempre sacando bien el aire en la previa. Según los expertos, aquella barrera evita que atrape humedad del ambiente y termine completamente empapado cuando se saque del electrodoméstico.
Por qué conviene dejar el pan al fondo de la heladera
Cuando la masa tiene corteza dura, como la baguette y la hogaza, es fundamental agregar una protección extra, como puede ser una capa de papel de horno y después la propia bolsa hermética. Otro consejo que marca la diferencia es situarlo bien en el fondo del artefacto, así no hay complicaciones por los cambios de temperatura cada vez que se abre la puerta.

Una vez que llega el momento de sacarlo, lo mejor es dejarlo a temperatura ambiente un tiempo, sobre una rejilla o trapo. Por lo pronto, no hay que cubrirlo ni meterlo adentro de ningún recipiente, porque necesita aire. Dependiendo del tamaño del pan, el proceso tarda aproximadamente una hora, y el método previene cualquier inconveniente con la forma.
Para tenerlo crujiente, el escenario más auspicioso es precalentar el horno a 180 grados, mojando apenas la base del alimento con agua y situarlo dentro unos diez minutos: a medida que pasa el tiempo, el vapor generado hace que la corteza vuelva a su formato original y el calor seca toda la humedad. Como últimas opciones, están el microondas y la freidora de aire.

En cualquier caso, el pan no se puede volver a congelar, ya que se incrementa el riesgo de que aparezcan hongos o bacterias potencialmente peligrosos. Lo ideal es partirlo en porciones, para escoger una cuando sea necesario y comer en un almuerzo o una cena -para untar las salsas en un día de pastas-, o incluso en la merienda, acompañándolo con dulce de leche y manteca.
Cuáles son los beneficios del pan para el cuerpo humano
Lógicamente, se debe prestar especial atención a las fechas de consumo preferentes: si permanece en buen estado general, es posible ingerirlo más allá de su vencimiento. Si se le nota olor raro, humedad y moho, hay que tirarlo al instante. El principal componente de la masa son los carbohidratos complejos, que le brindan energía sostenida al organismo, por lo que es beneficioso para los que usan el cuerpo y el cerebro durante el día.
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Al mismo tiempo, el que es integral contiene fibra, que le da fluidez a la digestión, ayuda a sentirse saciado y contribuye al control del colesterol y glucosa en sangre. En menor proporción, aporta proteínas si son de trigo entero, centeno o semillas y legumbres agregadas.