Para algunos, dormir es sólo una rutina diaria, pero para otros es uno de los mayores placeres de la vida. Pasar varias horas en la cama, disfrutar de largas siestas o soñar despierto puede ser algo más que simple cansancio: la ciencia explica qué hay detrás de esta tendencia.
Según distintos estudios psicológicos, las personas que aman dormir suelen tener ciertos rasgos en común: buscan la tranquilidad, valoran el descanso y utilizan el sueño como una forma de desconectarse del estrés cotidiano. Sin embargo, en algunos casos también puede ser un indicador de agotamiento emocional o desmotivación.

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Dormir mucho: ¿placer o señal de alarma?
Dormir más de lo habitual no siempre es algo negativo. En muchos casos, es una manera natural de recuperar energías, sobre todo después de etapas de mucho estrés o esfuerzo físico. También puede estar relacionado con una personalidad introspectiva, que disfruta de la calma y de los momentos a solas.
Sin embargo, la psicología también advierte que cuando el exceso de sueño se convierte en una necesidad constante o en una forma de evitar la realidad, puede estar vinculado a problemas emocionales como la ansiedad, la depresión o la falta de motivación. Por eso, es importante prestar atención a cómo nos sentimos antes y después de dormir.
Principales razones por las que alguien ama dormir
- Búsqueda de descanso mental: dormir ayuda a desconectar de preocupaciones y a recargar energía mental.
- Personalidad relajada: las personas tranquilas, que valoran la paz y los momentos a solas, suelen disfrutar más del sueño.
- Recuperación física o mental: después de etapas de estrés, el cuerpo puede necesitar más horas para recuperarse.
- Desconexión emocional: a veces, dormir es una manera inconsciente de evitar situaciones que generan ansiedad o malestar.
- Necesidad biológica: hay personas que requieren más horas de sueño por su ritmo biológico natural.