¿Y si también necesitáramos frenar cuando nos duele el corazón? El proyecto de ley que se discute en Filipinas plantea algo que parece insólito pero, al mismo tiempo, profundamente humano: otorgar días de licencia laboral para atravesar una ruptura amorosa. La iniciativa, llamada “Recuperación y Resiliencia por Desamor”, busca brindar un tiempo de pausa para procesar el duelo afectivo y acompañar emocionalmente a quienes atraviesan una separación.
Aunque suene extraño, no es la única. Algunas empresas en India y Japón ya ofrecen licencias similares, y en Argentina, si bien no hay normativas específicas, cada vez más voces reclaman que el bienestar emocional se contemple en los espacios de trabajo. Después de todo, ¿quién no sintió alguna vez que no podía seguir como si nada pasara, mientras su mundo emocional se venía abajo?
Licencia para sanar
El proyecto de ley 9.931, impulsado por Lordan Suan, miembro de la Cámara de Representantes de Filipinas, tiene el objetivo de brindar un espacio de tiempo y apoyo emocional para que los trabajadores puedan recuperarse y procesar las emociones luego de una separación.
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Pero no es una novedad y existen algunos casos en el resto del mundo. En la India, por ejemplo, los trabajadores de la compañía StockGro pueden tomarse una semana libre tras separarse; los empleados del Cebu Century Plaza Hotel de Filipinas, gracias a una idea de su gerente general, cuentan con hasta cinco días de licencia paga al año para reponerse luego de una ruptura sentimental y la empresa Hime & Company, de Japón, ofrece desde 2008 licencias diferenciadas según la edad: un día para menores de 24 años, dos para los trabajadores de entre 25 y 29, y tres para quienes superan los 30.

Esto está sucediendo a muchos kilómetros; y por casa, ¿cómo andamos?: desde el Trend Lab de la consultora Youniversal observan que en Argentina si bien no existe una licencia formal por motivos emocionales, sentimentales o por “corazón roto”, desde la pandemia se comenzó a dar una creciente presión y demanda por parte de los empleados para que se reconozca la importancia del bienestar emocional como parte integral de la salud.
Esto impulsó a muchas empresas a empezar a contemplar políticas internas más flexibles y sensibles a estas necesidades. A nivel nacional, la legislación laboral sí contempla licencias por motivos afectivos como el fallecimiento de familiares directos (padres, hijos, cónyuge), con una licencia de 3 días hábiles, y de 1 día hábil en caso de fallecimiento de hermanos. También se otorgan 10 días corridos por matrimonio y 2 días corridos por nacimiento de hijo para el progenitor no gestante. Si bien, viendo estos números, se evidencia la urgencia de prolongar estas licencias por motivos afectivos, la pregunta es, también, cómo lograr que se le dé espacio, crédito y respeto a las emociones de los empleados en los entornos laborales.
Mostrar la rotura
“Me parece que es para celebrar que en un mundo en donde el mensaje permanente es producir, generar y no parar, se le esté empezando a dar lugar a la rotura. Después veremos de qué se trata esa rotura, si es de una relación, si es la rotura de una vida, de una familia pero darle lugar en un contexto que nos obliga a mostrarnos lo más enteritos posibles me parece algo positivo”, reflexiona la psicóloga y sexóloga clínica Luján Rossetto. Además -para la profesional- resulta interesante darle lugar a algo que tenga que ver con el amor en una época en donde todo está muy artificializado, virtualizado, con cuerpos cada vez más anestesiados, más alejados, y con mucho desmembramiento en el tejido social y vincular.
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Según Rosetto, en la propuesta de la licencia por corazón roto se unen dos disparadores: por un lado, el ubicar y darle dimensión a la pérdida y por el otro, la posibilidad de ubicar la dimensión del amor. “Esto, dentro del contexto actual, resulta algo revolucionario y vanguardista. Porque hay que tener en cuenta que cuando alguien muere hay algo que se torna visible y muy concreto: se me murió un familiar, hay un velatorio, hay un entierro, ropa que tengo que tirar, una casa que tengo que vender. En cambio, en las separaciones esos duelos pueden llegar a ser más complejos porque la otra persona sigue estando, porque muchas veces no hay actos tan concretos que ayuden a entender lo que está sucediendo. Entonces, pensar en la posibilidad de una licencia puede ser una manera también de elaborar, tramitar y anoticiarnos de que algo se perdió y de que cuando algo se pierde, nunca es posible seguir como si nada pasara”. Justamente, esta obligación de hacer “como si nada pasara” que cargan los trabajadores que siguen con su rutina laboral con un duelo amoroso a cuestas es lo que podría saldar una licencia de este tipo.
Puede generar debate y hasta tomarse como una cuestión menor pero, como analiza Rossetto, es “una medida romántica pero no en el sentido del amor romántico, romántica porque reivindica la pérdida, y el amor siempre tiene que ver con la pérdida. Creo que hay que agarrarse más fuerte que nunca a todas las instancias, situaciones o escenarios que nos permitan ubicar algo de la falta, algo de lo que murió y sabemos perfectamente que las muertes no son únicamente las muertes físicas y reales, sino que hay muchos tipos de muerte ”.

Hay que aclarar que si bien se habla de corazones rotos por desilusiones, rupturas, abandonos de pareja, como menciona Luján Rossetto, los duelos podrían ser también por el fin de una amistad o por la muerte de un animal de compañía. ¿Por qué no tener en cuenta ese tipo de sufrimiento cuando hablamos de la relación entre las emociones que angustian y el régimen laboral?
Además, en este caso, estas licencias no hacen alusión tampoco a otras variables, como pueden ser situaciones de salud mental (ansiedad, depresión o estrés laboral, entre otros). Por ejemplo, en el sector legal, Morgan & Morgan es uno de los despachos pioneros en abordar la salud mental de sus colaboradores: la firma ofrece apoyo psicológico, en alianza con organizaciones especializadas. Y en Argentina, el tema está cada vez más visible: según el Trend Lab de la consultora Universal, 8 de cada 10 argentinos considera que la salud mental y emocional es una parte integral de la salud de las personas.
Abrazar el dolor
En este sentido, para la médica especialista en psiquiatría y escritora Lucila Gurman, es interesante pensar la motivación de las acciones y también de las pausas, entonces se pregunta: ¿para qué parar, detenerse, descansar?
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“Creo que en una escena mundial que propone que el objetivo máximo del tránsito que nos ofrece la vida es la producción, trabajar en salud mental desde una perspectiva de derechos, si bien parece algo obvio, no lo es tanto. En este contexto, la licencia por corazón roto sería la posibilidad de darnos espacio para encontrarnos con el dolor. Una idea romántica y contracultural, que vale la pena explorar”.
Sin embargo - aclara Gurman- probablemente el proyecto de ley busque favorecer el rendimiento laboral y respecto a esta cuestión reflexiona: “A mi me gusta pensar que se puede subvertir eso, al menos en la intimidad, habilitar parar, como práctica de autocuidado y de cuidado de los otros. Bienvenido sea, si además está legitimado dentro de los derechos laborales. Pienso también que entre los que dirán que están a favor y los que dirán que no, estarán aquellos que se hacen preguntas sobre el tema. Yo quiero estar ahí. Entonces, retomo mi pregunta inicial, ¿para qué parar? parar y desviarse de la cadena de producción como gesto vital. Sentirnos un poco rotos (durante algún tiempo) para salir de la trampa agotadora del progreso permanente”.