El ejercicio es fundamental para envejecer con salud, pero no todas las actividades físicas resultan beneficiosas para quienes padecen dolores articulares o artritis. Mientras que propuestas como el gimnasio o el pádel pueden ser demasiado intensas o riesgosas para adultos mayores, especialistas coinciden en señalar a la yoga como una de las mejores alternativas para quienes sufren este tipo de dolencias.

En especial en sus variantes adaptadas como la yoga en silla, el restaurativo o la diseñada para principiantes, demostró ser eficaz para mejorar la movilidad, reducir el dolor y aumentar la calidad de vida en personas mayores con artritis, según concluyeron múltiples estudios. De hecho, investigaciones recientes revelaron que sus beneficios son comparables —e incluso superiores a largo plazo— a los de la fisioterapia tradicional.
La clave del yoga radica en su enfoque integral: no solo se trabaja el cuerpo, sino también la respiración, la conciencia corporal y la mente. Esto lo convierte en una práctica terapéutica ideal para quienes lidian con síntomas como rigidez articular, inflamación o fatiga crónica.
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Qué tipos de yoga se recomiendan
“No todo el yoga es igual, y elegir el tipo adecuado es fundamental para evitar lesiones y potenciar sus beneficios”, explicó la doctora Steffany Moonaz, investigadora clínica y fundadora de Yoga for Arthritis. Ella recomiendó evitar prácticas intensas como el power yoga o el bikram, y optar en su lugar por sesiones más lentas, con enfoque en la alineación, la respiración y la movilidad funcional.
Entre las variantes más recomendadas figuran:
- Yoga en silla.
- Yoga suave o “gentle yoga”.
- Yoga restaurativo.
- Clases específicas para personas mayores o con afecciones articulares.

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Recomendaciones para practicar yoga para personas mayores con artritis
- Consultá al médico antes de comenzar la práctica.
- Eligí un instructor con experiencia en yoga terapéutico.
- Practicá estilos suaves como yoga en silla o restaurativo.
- Evitá forzar el cuerpo y respetá los límites del dolor.
- Usá apoyos como sillas, bloques o almohadas.
- Incluí ejercicios de respiración y relajación.
- Priorizá el equilibrio y la buena alineación corporal.
- Sé constante, aunque practiques poco tiempo cada día.
- Participá en clases grupales si es posible.
- Avanzá a tu propio ritmo, sin compararte con otros.