Cuando se trata de órganos fundamentales del cuerpo humano, la mayoría de las personas piensa primero en el corazón, el cerebro o incluso los pulmones. Sin embargo, el órgano más grande no es ninguno de estos. Se trata de un sistema que nos envuelve, nos protege del entorno y desempeña múltiples funciones esenciales para la vida: la piel.
Sí, la piel es el órgano más extenso del cuerpo humano. En un adulto promedio, puede llegar a pesar hasta 5 kilos y cubrir una superficie de aproximadamente 2 metros cuadrados. Se la considera un órgano porque cumple con todos los criterios biológicos: está compuesta por tejidos especializados que trabajan juntos para cumplir funciones específicas. Además, es parte fundamental del sistema tegumentario, que incluye también el cabello, las uñas y las glándulas sudoríparas.
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La piel tiene tres capas principales: la epidermis (la más externa), la dermis (intermedia) y la hipodermis o tejido subcutáneo (más profunda). Cada una tiene un rol determinado. La epidermis actúa como una barrera contra bacterias, virus y otros agentes externos. La dermis contiene vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas y folículos pilosos, mientras que la hipodermis almacena grasa y ayuda a mantener la temperatura corporal.

Además de funcionar como escudo protector, la piel es responsable de regular la temperatura del cuerpo, permitir la percepción del tacto, eliminar toxinas a través del sudor y sintetizar vitamina D cuando recibe luz solar. También tiene una capacidad regenerativa extraordinaria: puede cicatrizar heridas y regenerarse casi por completo si se cuida adecuadamente.
A pesar de su importancia, muchas veces la piel es uno de los órganos más descuidados. El uso de protector solar, la hidratación adecuada y la limpieza diaria son hábitos clave para mantenerla sana. Enfermedades como el cáncer de piel, la dermatitis o el acné son señales de que su equilibrio se ha visto alterado.
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En definitiva, la piel no solo cumple funciones cosméticas o estéticas, sino que es una parte esencial de nuestra salud general. Conocerla, protegerla y entender su rol en el cuerpo humano es fundamental para el bienestar integral.