Kilómetro a kilómetro, lo que empezó como una simple corrida nocturna terminó en una relación que nunca detuvo su marcha. Es la historia de amor de Naina, profesora de yoga nacida en Rusia, y Leandro, ingeniero mecánico, quienes literalmente se enamoraron entrenando.
Y como reza el dicho popular: el amor no se busca, simplemente te encuentra. Esto le sucedió a Naina y Leandro, quienes se vieron atravesados por el sentimiento que los unió en medio de una dinámica distinta.
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Se conocieron en Midnight Runners, un grupo donde la gente entrena y después socializa. Es una comunidad que fusiona actividad física con vida social. El mecanismo se repite todos los martes: el grupo se reúne en un bar, deja sus pertenencias y sale a correr por un circuito de seis kilómetros con paradas para ejercicios, baile y fotos.
Al regresar, el verdadero espíritu de la actividad cobra vida: “Nos quedamos charlando, hacemos amigos, practicamos idiomas, comemos y tomamos algo. La carrera termina a las 22, pero la noche sigue hasta la 1 de la mañana”, contó Naina, que junto a Leandro es una de las coordinadoras del equipo.

“Somos más de 160 personas corriendo y el 70% de la comunidad es extranjera”, explicó Leandro a TN. Luego detalló: “Eso te abre muchísimas puertas, no solo en términos de amistad, sino también laborales y hasta sentimentales”.
La dinámica del encuentro es la siguiente: sin límite de cupo, y de manera gratuita, cada semana se publica en las redes en qué bar se encontrarán la próxima reunión. Desde allí se inicia un circuito preestablecido, que incluye carreras por las veredas y por diversos parques ubicados en los barrios de Palermo, Belgrano y Las Cañitas. Luego se detienen entre tres y cuatro veces para elongar y hacer ejercicios. El trayecto finaliza en el mismo bar de partida, donde cada participante puede elegir si se queda o no a comer o tomar algo.
Cuando el deporte se convierte en amor
Naina y Leandro se cruzaron en una de esas noches de entrenamiento. Ella recuerda con claridad lo que la impactó de él en sus primeras conversaciones: “Me impresionó su forma de ser. Es muy tranquilo, habla con cuidado, pero transmite mucha confianza. Siempre fue amable y suave en el trato”. Leandro, por su parte, sintió el flechazo desde el primer momento. “Imaginate: una rusa, divina, rubia… Me encantó. Pero después, cuando empezamos a hablar, me di cuenta de que realmente me gustaba más allá de lo estético”, confesó.

Y como en toda relación intercultural, hubo desafíos. “Salir con una rusa es bastante distinto”, admitió Leandro, que precisó: “Al principio tuvimos algunos choques culturales. En Argentina, las parejas son más igualitarias. En Rusia, la mujer suele estar más en un pedestal y el hombre gira alrededor de ella”.
Para Naina, la mayor diferencia fue la libertad dentro de la relación. “Leandro me dio mucho espacio para tomar decisiones y expresar lo que sentía. Con los hombres rusos, mi experiencia fue distinta. Son un poco más intensos y menos flexibles”, dijo la rusa, que trabaja como profesora de inglés.

Pese a las diferencias, ambos disfrutan del intercambio de culturas: “Es hermoso enseñar nuestra tradición y también aprender la del otro. Desde el mate hasta las peñas, vivimos experiencias nuevas juntos”.
El ‘Tinder’ de los corredores
Si bien Midnight Runners no fue creado como una plataforma para encontrar pareja, las historias de amor son muy comunes dentro del grupo. “Hemos tenido parejas que se casaron, que tuvieron hijos y otras que se separaron. Es parte de la vida”, dijo Leandro.

“Nos encontramos todos los martes a las 19.30, en bares que vamos rotando, pero casi todos por Palermo, Las Cañitas o Belgrano. Corremos más o menos siete kilómetros, con tres paradas de ejercicio. La idea es un running con una perspectiva de integración social, de conocerse, de hacer comunidad. Esto nació en Londres hace 10 años, luego ellos fueron formando grupos en diferentes ciudades y acá en Buenos Aires arrancamos hace tres años”, detalló Eve, también coordinarora del grupo, en diálogo con TN.
Hoy, Naina y Leandro no solo comparten su vida, sino también la coordinación del grupo. “Nos encanta entrenar juntos. Después de cada evento nos sentamos a hablar sobre cómo salió todo, qué podemos mejorar”, contó Naina.

A diferencia de las aplicaciones de citas, Leandro concluyó en que este grupo tiene la ventaja del cara a cara. “Compartís una actividad real, te ves en persona, hablás mientras corrés. No es lo mismo que estar escribiéndote por el celular. Es mucho más natural”.
Créditos:
Fotos y video: Agustina Ribó (TN Videolab)
Edición: Belén Duré (TN Videolab)