Ordenar la casa es una tarea que muchas veces se posterga indefinidamente por lo difícil que resulta, el tiempo que demanda y la falta de una lógica que ayude a hacer un proceso eficaz. Sin embargo, en Suecia se puso de moda el “método de la muerte” y cada vez más gente lo está implementando con éxito.
Para quiénes se preguntan qué es este método que causa furor, lo primero que debemos señalar es que no se trata solamente de un trabajo de limpieza sino de un sistema que involucra a nuestras emociones. Por eso, antes de ponerlo en práctica hay que saber si estamos listos para afrontar ese trance introspectivo.
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Quien reinstauró esta técnica fue la autora sueca Margaret Magnusson, que publicó un libro en el que reversiona el método, que en verdad tiene más de 80 años de existencia en la cultura escandinava. Según su teoría, todas las habitaciones pueden quedar ordenadas si estamos dispuestos a hacer también una limpieza en nuestra mente.
El método se llama llamada döstädning, y -según explica Margaret- dö significa «muerte» y städning es «limpieza». El proceso implica aceptar que en nuestra casa tenemos objetos, prendas, cuadros y adornos que están literalmente muertos, pero no nos animamos a hacer la ceremonia de despedida.
Esto implica quitarlos del lugar en el que están y donarlos, venderlos o tirarlos, según corresponda. Por ejemplo, si tenemos guardada una remera que ya no nos entra solamente porque nos la regaló una ex pareja, hay que aceptar que la relación forma parte del pasado y así como esa persona se fue de nuestras vidas también tiene que hacerlo la ropa que ya no usamos.

Lo mismo puede pasar con cartas o fotos que tenemos en un cajón y que jamás miramos ni leemos. Sólo están ahí porque no nos animamos a reconocer que esa persona ya no está más en nuestras vidas. En este caso, tal vez lo más adecuado sea deshacerse definitivamente de todo ese material.
Es importante tomarse el tiempo necesario para rescatar aquello de lo que no queremos desprendernos. Por ejemplo, una carta de nuestro hijo, un valioso recuerdo de la infancia o una foto que sabemos que nos hace sentir bien teniéndola cerca.
No acumular objetos que no usamos, una clave del “método de la muerte”
En las alacenas también se puede lograr mucho espacio adicional si quitamos platos que no usamos porque no nos gustan; o elementos que están de más. Por ejemplo, si tenemos vajilla para 24 personas y en nuestro pequeño departamento nunca recibimos a más de 6 invitados, ¿qué sentido tiene almacenarlas?
La autora advierte que este proceso de deshacernos de cosas que acumulan polvo pero no son útiles afectará nuestras emociones. Por eso no hay que hacerlo en momentos de sufrimiento o debilidad. Por ejemplo, no iniciar el “método de la muerte” apenas cortamos un noviazgo.
Para enfrentarnos a esos objetos del pasado tenemos que estar seguros de que ya no nos está doliendo una ausencia, porque de lo contrario nos exponemos a un sufrimiento innecesario en medio de una situación que ya nos está provocando angustia. Primero, hay que sanar las emociones y, después, ordenar la casa.
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Un punto clave del método, según explica Magnusson, que tiene una página web en la que lo deja plasmado, es incorporar las premisas en nuestra vida cotidiana. Es decir que si después de ordenar la casa recibimos un regalo que no nos gusta, en lugar de guardarlo en un cajón para que ocupe lugar innecesariamente tenemos que ser más prácticos.
En un caso así lo mejor es pensar a qué familiar o amigo le gustaría ese objeto que recibimos y le dará un uso regular. A esa persona le podemos hacer un obsequio que a nosotros nos ayudará a mantener el orden.