Por muchas razones, Gina Rinehart puede ser llamada “la dama de hierro”. Por un lado, fue la explotación de ese mineral lo que la convirtió en la mujer más rica de Australia. Sin embargo, también hay rasgos muy definidos en su personalidad que le permiten ganarse ese mote: le exigió a la Galería Nacional de su país que retirase un retrato suyo en el que un pintor la puso en ridículo y también es implacable con sus hijos.
Es que la mujer, que reconvirtió a la empresa familiar para dedicarse a la explotación del litio (un mineral fundamental en estos tiempos por su uso para las baterías de autos, celulares y notebooks), fue a la Justicia para negarles la herencia a sus hijos, con quienes se encuentra en “guerra”.
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Rinehart es una mujer muy famosa en Australia por ser la dueña de Hancock Prospecting, una empresa de exploración y extracción de minerales que fundó su padre, Lang Hancock. La revista Forbes la ubica en el puesto 54 entre las personas más ricas del mundo y su fortuna llega a los 26 mil millones de dólares.
Cuando se vio retratada por el artista aborigen Vincent Namatjira, Gina no pudo ocultar su furia. La imagen es casi una caricatura en la que el pintor la puso en ridículo y su reacción generó una polémica con las autoridades de la Galería Nacional de Australia, a quienes les ordenó que retirasen la imagen de la exposición.
La Galería se negó a sacar el cuadro de Namatjira, que es el primer artista indígena en ganar el prestigioso premio Archibald. “Siempre existe un debate dinámico sobre los méritos artísticos de las obras de la colección nacional y/o expuestas en la galería”, expresaron las autoridades en el comunicado en el que manifiestaron que no estaban dispuestos a retirar el cuadro.
Batalla judicial con sus propios hijos
El fuerte carácter de Gina también queda expuesto en el manejo despótico de sus relaciones familiares. El primero de los conflictos que llegó a los estrados judiciales tuvo lugar en 1992, tras la muerte de su padre. En ese momento mantuvo una feroz pelea legal por las minas de la compañía con su madrastra, Rose Porteous. Recién 14 años más tarde la justicia falló en favor de Gina.
Con una gran visión para los negocios –estudió Economía en Sidney, pero no llegó a recibirse- fortaleció a la empresa y ya en 2006 se convirtió en multimillonaria. Su astucia quedó cabalmente demostrada con la reconversión que le dio a la firma, volcándose a la explotación del litio y firmando contratos que le dieron cada vez más dinero y poder.

A los 19 años, en 1973, se casó con el inglés Greg Milton, con el que tuvo dos hijos, John y Bianca. Se divorciaron en 1981 y dos años más tarde contrajo enlace con el abogado Frank Rinehart, del que adoptó su apellido definitivamente, aunque quedó viuda en 1990. Con él, que manejaba empresas muy poderosas, fue madre de Hope y Ginia.
Las batallas judiciales con sus hijos se iniciaron en 2011, cuando los tres mayores reclamaron el control del fideicomiso familiar. Esto hizo que se rompieran las relaciones y Gina no fue a la boda de su hija Bianca, en 2013.
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En este entuerto legal solo una de las hijas la apoyó, la menor, Ginia, que acusó a sus hermanos de ser “demasiado ambiciosos”. Este posicionamiento creó otra grieta interna en la familia y se formaron dos bloques antagónicos entre los descendientes de la empresaria.
Decidida a tomarse revancha por la actitud de confrontarla y exigirle dinero y control empresarial, Gina fue a la Justicia para negarles la herencia a sus hijos. Su demanda aún no tuvo sentencia y promete extenderse en el tiempo por el volumen de las pruebas y testimonios a aportarse en la causa.