Uno de los problemas hogareños que genera la lluvia es la dificultad para que la ropa se seque en el interior de la casa. Impedidos de llevar las prendas a la intemperie, nos resignamos a esperar que el proceso se haga puertas adentro, lo que implica más tiempo y –además- el riesgo de que se les impregne un feo olor a humedad.
Sin embargo, en Países Bajos tienen un método infalible que usan para secar la ropa en los días de lluvia. Ponerlo en práctica no requiere de gastos y, además, el truco se destaca por su sencillez, por lo que es ideal para empezar a aplicarlo apenas se torne necesario.
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Una vez que tenemos la ropa lavada y tendida, podemos empezar con el “operativo” neerlandés. Lo primero que hay que hacer es poner a calentar un litro de agua, cuidando que no hierva.
Seguidamente buscamos una bolsa de agua caliente, de esas que se usan para amortiguar el frío en los pies cuando nos vamos a dormir. Una vez que la llenamos, la pondremos debajo del tendedero donde está colgada la ropa para que haga su “trabajo”. Como el calor tiende a ascender, lo ideal es ponerla “a los pies” del tendedero y no a los costados ni arriba.
Lo que hace esta técnica infalible es que la ropa se seque por el calor que desprende la bolsa, que produce un aumento en la temperatura del aire que se encuentra alrededor del tendedero. Esto facilita la evaporación del agua presente en las prendas húmedas y acelera el proceso de secado.
El método infalible neerlandés sólo requiere de una bolsa de agua caliente
Aprovechando el calor que desprende naturalmente la bolsa se hace más rápida la evaporación de la humedad en la ropa, facilitando el secado. Si tenemos dos bolsas de agua caliente en casa, podemos recurrir a ambas para que el proceso sea aún más veloz y efectivo.
Este truco permite que no tengamos que utilizar un secarropas. En primer lugar, si no lo tenemos, comprarlo implica un gasto importante, ya que se trata de un artículo que no es para nada barato.
Si ya lo tenemos en casa, hay dos problemas. Por un lado, genera un consumo de energía alto, que veremos reflejado en la factura de electricidad. Y además, los movimientos fuertes que realiza el tambor de la máquina y el intenso calor al que es sometida cada prenda terminan dañando las fibras textiles luego de muchos usos.
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Para poner en práctica correctamente el método neerlandés hay que tender la ropa en una habitación que esté bien ventilada, lo que ayudará a que la humedad no se acumule. Si no podemos abrir las ventanas por el frío o la intensidad de la lluvia, recurrir a un ventilador que apunte al tendedero es una buena estrategia.
Uno de los tips a tener en cuenta para que este método sea realmente infalible está relacionado con que el agua no debe estar hirviendo, porque eso puede dañar la ropa. Además, hay que asegurarse de que esté bien cerrada la tapa, para evitar fugas.
Una ventaja adicional que proporciona este sencillo truco es que como el calor que desprende la bolsa de agua caliente es suave y constante, resulta menos agresivo que el de una máquina secadora. Esto ayuda a preservar las fibras de las prendas, prolongando su vida útil.
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Como se reduce el tiempo en que la ropa permanece mojada, disminuyen las posibilidades de que se desarrollen olores indeseados o –peor aún- moho.
Hay que poner atención en no amontonar las prendas en el tendedero y asegurarse de que estén separadas lo máximo posible. El espacio entre ellas ayuda a que el aire circule mejor. Otro detalle importante es que si se cuelgan las prendas grandes en perchas aceleraremos el proceso de secado y, además, se facilitará su planchado posterior.