Luisana Luna siempre tuvo en claro que la oportunidad que se le presentaba debía transformar su vida y la de quienes la rodean.
La joven de 22 años, recientemente graduada como docente en Resistencia, provincia de Chaco, se convirtió en la primera integrante de su familia en obtener un título universitario. Y lejos de querer disfrutar tal conquista con los suyos, decidió que compartirá su conocimiento en su pueblo, entre quienes necesiten apoyo escolar, con el propósito de que los chicos no abandonen el colegio.
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Luisana, nacida en la localidad chaqueña de Villa Río Bermejito, es la séptima de nueve hermanos, hija de Carlos y Carina. Allí es donde sueña volver para ofrecer clases gratuitas a los chicos que por obligaciones familiares terminan abandonando el estudio.
“Me crie en un pueblo chico, donde la escuela primaria es una sola. Recién en el último tiempo se sumó otra escuela secundaria. No sé si llegamos a los 15 mil habitantes. Siempre estuve cerca de la educación, desde el jardín de infantes hasta la primaria. Y, aunque mi mamá no estaba tan pendiente de mí, nunca nos faltó nada. Pero en la adolescencia empecé a notar que cuando necesitaba ayuda mis papás no podían dármela porque ambos trabajaban”, recordó a TN.
A los 15 años comenzó a trabajar en la iglesia y en diferentes oficios: en una imprenta, en una mercería, y hasta aprendió a hacer estampados en remeras, tazas y gorras. Estas experiencias la formaron en el plano de emprender, pero también en el personal. “Desde chica sentí que la educación era lo que me movía. Me gustaba, me llamaba la atención, y sabía que podía hacer algo importante con ello. A pesar de las dificultades, mi mamá siempre trató de que no siguiéramos los mismos caminos errados que ellos habían recorrido, que tuviéramos una educación”, contó.
Luisana hizo hincapié en que fue la primera de su familia en ingresar a la universidad, y que eso significó un desafío enorme. “No sabía bien qué era la universidad ni la diferencia con la facultad. Fue todo un mundo nuevo”, sostuvo.
La joven se sintió atraída por la carrera de Profesorado de Ciencias de la Educación, por la posibilidad de vincularse con diferentes aspectos de la educación y por la oportunidad de transformar realidades.
“Me gustaba la idea de ser docente porque está relacionado con muchos campos. A medida que avanzaba en la carrera, me di cuenta de que mis aspiraciones cambiaron. Pensaba que quería ser directora, pero ahora me gustaría explorar la parte política-educativa, hacer proyectos que realmente trasciendan y resignifiquen la educación en mi pueblo”, manifestó.
El sueño de ser hacer patria en su pueblo
Para cumplir con sus objetivos, Luisana debió abandonar su casa e instalarse en Resistencia, precisamente en una casa compartida con otros alumnos. La flamante docente fue becada por la Fundación Sí: “Viví gratuitamente en una residencia y conté con una acompañante, una tutora y varios amigos que hice durante el trayecto. Más allá de la distancia geográfica que me aleja de poder estar con mi gente y un ritmo de vida más tranquilo, considero que tener la oportunidad de concretar metas y sueños es fundamental. Además, ver que a otros también se les brinda la posibilidad, es aún mejor.
En su carrera, Luisana se destacó por su dedicación y pasión, y fue reconocida como abanderada en su escuela. Sin embargo, también fue consciente de las desigualdades que existen entre las provincias. “Cuando llegamos a la universidad nos hicieron pruebas y vimos que en Chaco no estábamos tan preparados como en otras provincias. Eso me frustró, me dio bronca. Vi que faltaban competencias, sobre todo en la escritura, y me puse a trabajar en eso”, precisó.
“Sé que en Villa Río Bermejito, un pueblo que está a 270 kilómetros de Resistencia, hay cosas que se pueden mejorar. El nivel educativo no es el mismo que en las grandes ciudades, y hay mucho por hacer”, remarcó.
La joven puntualizó en que allí no hay escuelas técnicas, y es algo que podría potenciarse desde la municipalidad.” Además, creo que se necesita más apoyo para los chicos que enfrentan situaciones complejas, como las adicciones. En algún momento quiero volver y hacer algo por ellos”, aseguró.
Luisana sueña con abrir una escuela de apoyo donde los chicos puedan acceder a clases gratuitas, especialmente dedicada para quienes no cuentan con recursos para asistir a clases particulares.
“Antes de recibirme le di clases particulares a algunos primos y conocidos. Pero sé que hay muchos más chicos que necesitan acompañamiento, y eso es algo que se podría expandir en el pueblo. Además, hay proyectos que podrían surgir, como talleres de cocina o actividades relacionadas con la educación para el consumo. Pero todo esto requiere de apoyo y de gente dispuesta a colaborar”, reflexionó quien sueña con convertirse en licenciada y luego seguir formándose en la universidad.
Luisana completó: “En mi caso, cuando empecé, sentía miedo de parecer ignorante, porque nadie me explicó cómo funcionaba todo. Con el tiempo entendí que eso no podía frenarme. Tener a alguien que te apoye y no te haga sentir que no sabes nada es fundamental para poder avanzar. Mi pueblo también lo necesita, y yo se lo quiero dar”.