Hasta el día en que encontró un billete de veinte dólares en el piso y lo levantó, Jerry Hicks era un carpintero que vivía con lo justo en Boone, un pueblito de Carolina del Norte. Le alcanzaba para vivir más o menos bien y, de vez en cuando, comprar algún billete de lotería por pocos dólares y sin mucha suerte. Sin embargo, cuando encontró todo ese dinero, una pequeña fortuna para él, no lo dudó y volvió a apostar al juego.
Todo esto ocurrió a la salida de la tienda de la gasolinera Speedway, cuando trabado en la puerta encontró un billete de 20 dólares. El hombre, acostumbrado al juego, no dudó en volver a apostar, pero esta vez “a lo grande”: pidió una raspadita por los 20 dólares, pero como no había, decidió apostar por primera vez a otro juego, el “Extreme cash”.
El “Extreme cash” es un juego de raspaditas en el cual también hay que hacer cuentas de multiplicar entre los números que aparecen y el premio que se puede ganar. El juego reparte hasta un premio mayor de dos millones de dólares; el número exacto que podría ganarse con uno de estos billetes es de 2.017.650 dólares.
Un carpintero y un golpe de suerte
Aunque para muchas personas encontrar un billete de 20 dólares ya es bastante suerte, Jerry Hicks demostró que tiene mucha pero mucha más suerte que esa. El hombre raspó, hizo varias cuentas con la calculadora de su celular y descubrió, con muchísima sorpresa, que había ganado un millón de dólares.
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Con el billete en la mano, Hicks fue hasta la sede de la Lotería Educativa de Carolina del Norte con el objetivo de cobrar el millón de dólares, pero allí descubrió que tenía dos opciones. Una era efectivamente cobrar un millón de dólares, pero en cuotas anuales de 50.000 dólares a lo largo de dos décadas. Y la otra era llevarse 600.000 dólares en efectivo, a los cuales les deducirían los impuestos. El carpintero eligió esta última opción y se llevó en los bolsillos la increíble suma de 429.007 dólares.
Qué hará Jerry Hicks con su pequeña fortuna
El carpintero, que fue entrevistado en la cadena estadounidense CNN después de su fabulosa suerte, contó que venía trabajando sin parar desde hacía 56 años, puliendo maderas y tallando muebles. Y que por eso decidió que, con lo ganado con la raspadita, va a armar un plan de jubilación, para vivir cómodamente durante el resto de su vida.
Cuando le preguntaron si no quería darse algún gusto, como viajar, dijo que eso no le interesaba para nada. Pero que sí estaba seguro de gastar sus primeros dólares en comida cara y sabrosa a la que nunca pudo acceder.
Según aseguró Jerry Hicks, su primera intención era ayudar a sus hijos en las cosas que más necesiten, y luego organizar una cena familiar para celebrar su buena suerte. La sede de la comilona, Golden Corral, una cadena de restaurantes de Estados Unidos con comida buffet y parrilladas, a la cual nunca había podido acceder.
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Golden Corral empezó como un pequeño restaurante familiar que nació muy cerca de la casa de Jerry Hicks en Boone: fue en Fayetteville, otra localidad de Carolina del Norte. Según aseguran sus dueños en su web, el secreto de su éxito es la relación entre comida sabrosa y buenos precios, lo que les permitió extenderse a otras ciudades de varios estados y convertirse en el sueño del ganador de la lotería.
