Salvador Dalí, que este 11 de mayo cumpliría 120 años, murió el 23 de enero de 1989 a causa de un paro cardiorrespiratorio. Veintiocho años, cinco meses y 26 días más tarde, su cuerpo fue exhumado por orden de la Justicia para realizar una prueba de paternidad, ya que una vidente llamada Pilar Abel, de entonces 61 años, aseguraba que era hija del reconocido pintor catalán que se consolidó como uno de los máximos referentes del surrealismo.
Según la versión de la mujer, ella era fruto de una relación clandestina que Dalí había tenido en 1955 con una mucama a la que había conocido en Cadaqués, una de las localidades más emblemáticas de la Costa Brava gerundense, ubicada en Gerona, Cataluña. Ella afirmaba que su madre se lo había asegurado en varias ocasiones.
Tras presentar su demanda en marzo de 2015 y tras un largo litigio, logró que la magistrada María del Mar Crespo ordenara en junio de 2017 la exhumación del cadáver. En caso de ser la hija, ella tendría el derecho no solo de utilizar su apellido, sino también de reclamar un cuarto de la fortuna del artista, que se estima en 136 millones de dólares y que pertenece por completo al Estado español, dado que Dalí no tuvo descendientes.
La exhumación de Salvador Dalí: medidas de seguridad y un hallazgo sorprendente
El secretario general de la Fundación Dalí, Lluis Peñuelas Reixach, manifestó su rechazo por el procedimiento, al que calificó como “casi un acto de violencia contra la persona difunta”. No obstante, destacó que se llevó a cabo el 19 de julio de 2017 “preservando la intimidad de Salvador Dalí” en la cripta del Teatro Museo Dalí en la localidad de Figueras, en el noreste de España.
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Es que la exhumación no solo se realizó durante la noche, sino que también colocaron una carpa sobre la tumba para que nadie pudiera ver el cadáver. Además, todos los especialistas y personas presentes fueron obligados a entregar sus celulares, para así evitar que el cuerpo fuese fotografiado.
El sorprendente hallazgo fue que el icónico bigote de Dalí no solo estaba intacto, sino que también estaba colocado en su clásica postura, con las puntas hacia arriba, tal como él mismo lo había ordenado antes de morir. “Me quedé absolutamente asombrado, fue como un milagro”, indicó Narcís Bardalet, el forense que embalsamó al artista en 1989 y que estuvo presente durante la exhumación. También mantenía su cabello.
“Su cara estaba cubierta con un pañuelo de seda, un pañuelo exquisito. Al retirar el pañuelo, he visto con mucha alegría cómo su bigote seguía intacto, marcando las 10 y 10, como él quería. He sentido una emoción impactante. También se podía ver su cabellera”, precisó Bardalet.
Los resultados de paternidad de Salvador Dalí
El ADN de los restos (dos huesos, cabellos y uñas) fue analizado por el Instituto Nacional de Toxicología en Madrid. Los resultados concluyeron que no había vínculo entre Dalí y la demandante, quien fue condenada por la Justicia a asumir los costos del proceso. No obstante, ella se declaró insolvente y apeló la decisión. “Lo hago por mí y por la palabra de mi madre. Pienso seguir mi lucha hasta el final”, declaró entonces Pilar Abel. Desde entonces, vivió varios momentos difíciles: sufrió la muerte de su madre en febrero de 2018 y, un año mas tarde, murió su hija.
Por su parte, la Fundación Dalí emitió un comunicado en el que remarcó que la conclusión de los forenses “no es ninguna sorpresa”, dado que “nunca ha habido ningún indicio de veracidad de una pretendida paternidad”. Asimismo, insistió en que la exhumación fue “inusual, injustificada, inadecuada y desproporcionada”.
El cuerpo volvió a descansar en su tumba el 16 de marzo de 2018, casi ocho meses después de haber sido exhumado. La restitución se realizó con las mismas medidas de preservación: de noche, con una carpa sobre la cripta y sin la posibilidad de que los presentes tuvieran sus celulares o dispositivos electrónicos.
