Islandia declaró el estado de emergencia el viernes después de varios sismos en la península de Reykjanes, en el suroeste del país, que hacen temer una erupción volcánica, que podría ser la más devastadora del país en 50 años. Por seguridad, tuvieron que evacuar el pueblo de Grindavík, de unos 4000 habitantes, tras la aparición de una grieta de unos 15 kilómetros.
Sin embargo, en la capital, Reykjavík, “la gente está haciendo vida normal”, aseguró a TN María Eugenia Cauhépé, una empresaria argentina que vive desde hace 23 años en Islandia. “Los medios internacionales hablan de pánico, pero nadie tiene pánico”, dijo.
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Grindavík se encuentra a unos 40 km de la capital y según coincidieron los argentinos con los que este medio se pudo contactar, se sintieron temblores en la capital. ”Allá en la península lo sintieron tremendo, pero en mi casa, fue leve, como si pasara el subte cerca”, explicó Cauhépé. Además, contó que los habitantes, que tuvieron que salir con lo puesto, pudieron volver algunos minutos a sacar lo indispensable de sus casas e ir a buscar a las mascotas y animales de granja que habían quedado atrás.
Favio Cerutti, un cordobés que llegó a Islandia hace un año, también sostuvo que “la gente no se aterra” por la situación, aunque hubo un día en el que “se sintieron 2000 temblores”. “Están acostumbrados, es un país que está muy preparado, tienen mucho control de todo, son muy organizados”, sostuvo.
Cerruti, que trabaja en la cocina de un hotel cuatro estrellas de Reykjavík, dijo que “se trabaja normal y la gente no tiene miedo”. “El turismo sigue normal, estamos haciendo la transición al invierno y la temporada de auroras boreales”, dijo sobre uno de los sectores claves de la economía islandesa.
Aunque nota que hay algo distinto: “Están expectante porque hace décadas que no había una movida tan grande a nivel magmático. Además, siempre los volcanes erupcionan en lugares donde no hay nada, de mucha naturaleza, rara vez pasa cerca de una ciudad”.
“En cualquier momento puede erupcionar, no se sabe dónde”, sostuvo Cerruti.
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Islandia tiene 33 sistemas volcánicos activos, que es el número más alto de Europa. Desde 2021, se produjeron tres erupciones en la península de Reykjanes: en marzo de 2021, agosto de 2022 y julio de 2023, todas alejadas de infraestructuras o zonas pobladas.
Julián Burgos, un biólogo marino que vive desde hace 15 años en Islandia, dijo que la situación “es parecida a las erupciones anteriores, con una serie de temblores que se sienten en la capital”.
“El aumento de la frecuencia de los temblores india que hay más magma. En cierto momento para y al poco tiempo la lava pasa a la superficie”, explicó. Como hace varios días que no hay temblores fuertes, Burgos considera que “el magma estaría cerca de la superficie y en cualquier momento podría salir”.
Debido a la cercanía del pueblo de Grindavík, Burgos dijo que en Islandia comparan la situación con la erupción del volcán Eldfell en 1973, en la isla de Heimaey, que se tragó la mitad de Vestmannaeyjar, un pueblo de 5.500 habitantes. Ríos de lava y bombas de magma de más de 25 kilos destruyeron unas 400 casas.
Según indicaron Cerruti y Burgos, unos de los principales temores es que la erupción afecte a la central de energía geotérmica Svartsengi, que aprovisiona en luz, calefacción y agua caliente a gran parte de la zona y al Aeropuerto Internacional de Keflavík.
Grindavík es también uno de los principales puertos pesqueros de Islandia, por lo que la erupción podría llegar a tener graves consecuencias económicas si se llega a dañar la planta pesquera. “Ya tuvieron que evacuar la Laguna Azul, que es un importante balneario turístico” de la zona, dijo.
Sobre los evacuados, los tres indican que hay “mucha empatía”. “Es un país chico, de 300.000 habitantes, así que muchos fueron a parar a casas de familiares”, dijo Cerutti. “El Estado también ubicó a algunos en hoteles o albergues, también está la Cruz Roja”, agregó Burgos. Cauhépé indicó que los sindicatos, que son muy fuertes en Islandia, también pusieron a disposición de los trabajadores evacuados algunas “casitas de verano” que generalmente alquilan.
“Islandia sabe qué hacer en caso de emergencia. Acá el clima es agresivo, hay volcanes, tormentas fuertes, están preparados para actuar”, afirmó Burgos.
En uno de los peores escenarios, se teme que la lava llegue al mar, lo que podría producir mucha ceniza y afectar el tráfico aéreo, como pasó con el Eyjafjallajökull en 2010. “Estoy por viajar a la Argentina para las fiestas. En el 2010 la erupción me agarró en Budapest y tardé varios días en poder volver a casa. Estoy cruzando los dedos”, dijo Cauhépé.