Mona Gallosi tardó en darse cuenta de que lo suyo era el mundo de la gastronomía. Estudió y se recibió como diseñadora de indumentaria, pero en su corazón había un llamado que le advertía que ese no era el camino que quería ni debía seguir por el resto de su vida.
El quiebre llegó a los 26 años, cuando después de trabajar para dos marcas muy reconocidas, se animó a dar sus primeros pasos como bartender. Después de dos décadas de trayectoria, se convirtió en un emblema de la coctelería, dentro de un sector gastronómico machista.
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En diálogo con TN, la rionegrina sostuvo que hubo dos tragos que la cautivaron: el Dry Martini y el Manhattan. “Me marcaron, de hecho son cócteles que sigo eligiendo a base de whisky”. Aunque también leyó varios libros para perfeccionarse y así intentar ser la mejor: “Uno era Cócteles Mágicos de Pichín, de Poli Castro, después muchas guías, muchos libros que me traían de Estados Unidos. La guía de New York fue una que me marcó bastante”. Si bien sus referentes fueron Sainz y Chabrés, se identificó y siguió más a sus pares, como a Inés en Danzón, a Tato y a Piñata en Mundo Bizarro.
Gallosi reconoció que el mundo de la coctelería está dejando de ser tan machista, aunque aclaró los puntos por los que cree que es un espacio donde siempre se ven más hombres, a pesar del aumento de presencia femenina que hubo en los últimos tiempos. “Hay que hacer un esfuerzo importante siendo bartender; hay una parte creativa, hay una parte conceptual, hay una parte de sabores, de servicio, de hospitalidad y hay otra parte de la profesión donde tenés que llenar heladeras, tenés que hacer fuerza, tenés que picar hielo, también trabajar de noche”, sostuvo.
En cuanto a los escollos que rodean a las mujeres al momento de poder dedicarse a la coctelería, resaltó: “A muchas mujeres les encanta, pero también a veces no es tan compatible con la maternidad en determinado momento, al menos que tengas una buena red de contención con marido, padres, amigos o niñeros que estén cerca, entonces por eso creo que también siempre fue más un espacio para hombres que para nosotras”. Igualmente, aseguró: “Creo que también es un sitio donde podemos encontrar una vida social activa y de mucha creatividad. La barra es un buen lugar y la coctelería también”.
De su desembarco en el bar más grande de Chacarita a juzgar en un reality de coctelería
La oriunda de Cipolleti es dueña de Punto Mona, un bar glamoroso y acogedor ubicado en un galpón totalmente renovado que se volvió un punto de encuentro para aquellos que quieran disfrutar del buen beber. El éxito del boca en boca y las recomendaciones por el servicio que ofrece la consagraron en lo más alto. “Pedimos una ronda de tragos y repetimos tres veces”, se puede leer una y otra vez en las calificaciones cuando se busca Punto Mona en internet, y eso la emociona.
“Nunca me imaginé estar donde estoy y cada vez que miro atrás, lo único que veo es un camino recorrido de trabajo, de esfuerzo y con muchas satisfacciones por todos los logros y esos logros también están relacionados con cosas buenas y cosas malas que te dan mucho aprendizaje. Soy feliz viendo que el lugar funciona con un equipo sólido, con muchas mareas fuertes y bajas, porque es así la gastronomía y el momento que estamos viviendo”, dijo a poco de que se cumpla un año de la apertura del bar en el barrio porteño de Chacarita. “Que se llene y que la gente lo disfrute para mí es oro en polvo. Me hace muy feliz, es como estar sumergida en mi naturaleza, así que me hace bien, lo vivo con alegría y con felicidad”, dijo.
Su extensa carta de cocteles, en los que mezcla alcohol, flores y frutas, está perfectamente combinada con una oferta gastronómica de alta cocina. Cada platito, que significan una opción más amigable “para comer con la mano”, integran los ingredientes de pequeños productores locales y regionales para lograr sabores complejos pero adaptables a todo tipo de paladares.