Podría decir que fui a verlo a Claudio Katsaunis a esa esquina de Almagro, ahí en Guardia Vieja y Billinghurst, para hablar de mitología griega. Pero no. Me llevó la pasión por las aceitunas, que es el fruto del olivo, planta que se originó en la Antigua Grecia hace miles de años.
Esa esquina me instaló directamente en el apetitoso mundo de la estrella de los aperitivos argentinos.
Leé también: Aceite de oliva: historia y tips para saber elegirlo
La dinastía aceitunera tiene al fundador: Constantino Katsaunis, que trajo a la Argentina —en su obligada migración, a principios del siglo 20— las nostalgias de la comida mediterránea de su tierra natal.
En esa icónica esquina, se venden aceitunas made in Argentina de todo tipo y tamaño. Estas exquisiteces llegan desde los desiertos riojanos y mendocinos.
Claudio es abogado y heredó el comercio en 1989, pero ahora ya está al frente su hijo Thiago con solo 25 años. Él sigue la tradición, tiene ideas y mucho trabajo. Porque el auge culinario en la Argentina le asegura muchas variantes novedosas, como el relleno de las aceitunas.
Aquel griego llamado Constantino puso a los argentinos a usar sus aceitunas en platos típicos como las pizzas, las empanadas, el pastel de papas, y obviamente, en las clásicas picadas de bares y clubes de barrio.
El caso es que desde 1958 en esa esquina, cercana al antiguo Abasto, cuna de Carlos Gardel, funciona La esquina de las Aceitunas. Y donde fue vecino el rockero Luca Prodan se ofrecen las enormes aceitunas Mamut, cuyo nombre lo dice todo. Por si fuera poco, el tamaño que le sigue entre muchas variantes—donde no faltan las clásicas arrugadas de estilo griego— se llama Colosal.
Y puedo asegurar que las he probado, una a una… y... ¡no es mitología griega!
