Anna llevaba seis años en una relación marcada por rupturas y reconciliaciones. No había empezado terapia con la intención de separarse, pero con el tiempo, su terapeuta la ayudó a identificar un patrón: “Cada vez que terminábamos, uno de los dos acababa iniciando una reconciliación y le dábamos a nuestra relación ‘una oportunidad más’. Se convirtió en un ciclo tóxico”, contó.
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Finalmente, logró salir del vínculo. “Tardamos unas semanas, pero rompimos. Fue difícil, pero al final fue bueno para ambos”, relató. Su experiencia refleja algo más común de lo que parece: relaciones que ya no funcionan, pero que nadie se anima a cortar del todo.
Qué nos impide terminar un vínculo amoroso que no funciona
Según la psicóloga consejera Absy Sam, de la India, muchas personas buscan ayuda profesional no para sostener una relación, sino para ponerle fin: “Veo que cada vez más mujeres buscan ayuda para terminar con sus parejas, ya sea un matrimonio o una relación romántica”.
En muchos casos, el conflicto no es la ausencia de amor, sino la dificultad para soltar. El miedo a estar solo, a fracasar o a dañar al otro puede pesar más que la incomodidad o el desgaste que genera el vínculo.

“Incluso si han estado en relaciones abusivas, muchas mujeres prefieren dividir el proceso en partes iguales en lugar de dar un shock masivo de una sola vez”, señala Sam. Y agrega que muchas llegan a terapia en busca de certezas: “¿Estoy haciendo esto bien? ¿Es esta la decisión correcta?”.
Cuando el amor se confunde con dependencia
Hay vínculos que siguen existiendo más por inercia que por deseo. Ruchi Ruuh, también india, especialista en relaciones, lo explica así: “Principalmente, es el miedo a la confrontación, sentirse abrumado por decisiones difíciles o circunstancias complejas como los bienes compartidos, lo que hace que navegar el proceso sea desalentador”.
En muchos casos, el apego o la rutina se disfrazan de amor. La psicóloga británica Simone Bose invita a preguntarse: “¿Cómo te hace sentir esto realmente? ¿Sientes que no te quieren como necesitas? ¿Te estás comportando con cautela todo el tiempo?”.

Según Bose, una de las claves para salir de relaciones insatisfactorias es poder tomar distancia emocional y observarse: “Da un paso atrás e intenta mirar tu relación objetivamente. Pregúntate si tus valores y creencias están alineados con los de la otra persona”.
Elegir quedarse también es una decisión
No todas las crisis amorosas desembocan en una ruptura. Hay relaciones que se transforman, que se reconstruyen. Pero para eso, primero hay que hacerse las preguntas incómodas. Penny Mansfield, codirectora de la organización One Plus One, lo resume con claridad: “Cuanto más realistas seamos acerca de las relaciones, más activos podremos ser y construir las relaciones que queremos. Y quizás abandonar aquellas en las que no tenemos el poder de mejorarlas mucho”.
Escuchar las propias emociones, permitirse la duda y registrar lo que otros advierten —amigos, familiares, terapeutas— puede ayudar a ver con más claridad. Porque muchas veces, lo que parece amor, es sólo miedo a estar sin él.