El linfoma es una de las enfermedades oncohematológicas más frecuentes y, aunque se considera maligna, presenta características diferentes a otros tipos de cáncer. No tiene un sitio primario de origen, la cirugía no cumple un rol terapéutico y, ante el tratamiento adecuado, la anatomía se restablece, incluso en cuadros avanzados.
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Según el Dr. Germán Stemmelin, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Británico, lo que define al linfoma como maligno no es su agresividad, sino la naturaleza clonal de la enfermedad: todas las células son idénticas entre sí. Esta condición lo diferencia de enfermedades benignas, donde la proliferación celular es policlonal.
Tipos de linfomas y síntomas de alarma
Existen dos grandes grupos de linfomas: el linfoma de Hodgkin, que suele presentarse en adultos jóvenes y tiene altas tasas de curación, y los linfomas no Hodgkin, que a su vez se dividen en linfomas B y T, con más de 50 variedades reconocidas. Algunas son tan indolentes que no requieren tratamiento inicial, mientras que otras son agresivas y necesitan intervención inmediata.

Los síntomas más comunes son el crecimiento de ganglios en cuello, axila o ingle. En algunos casos, la compresión de órganos vecinos provoca tos u otras molestias y también pueden aparecer signos generales como fiebre o sudoración nocturna intensa. A diferencia de otros cánceres, en la mayoría de los linfomas no se identifican factores causales directos, aunque pueden asociarse a condiciones como inmunosupresión, infecciones o HIV.
Tratamientos disponibles y nuevas terapias
El Hospital Británico cuenta con una Unidad de Linfoma que atiende de manera integral a estos pacientes, con un equipo multidisciplinario de hematólogos, infectólogos, cardiooncólogos, psicólogos, asistentes sociales y personal especializado. Solo en 2024, se diagnosticaron 29 casos de linfoma de Hodgkin y 96 de linfoma no Hodgkin, alcanzando un total de 125 nuevos pacientes.
Los tratamientos varían según el tipo de linfoma e incluyen radioterapia, quimioterapia, inmunoterapia, terapias blanco y, en algunos casos, terapias celulares. En la mayoría de los subtipos, las tasas de respuesta son altas y las alternativas disponibles en la Argentina son comparables a las de los países desarrollados.
Un caso particular es el linfoma difuso de células grandes B, donde un 30% de los pacientes tiene una evolución menos favorable tras la primera línea de tratamiento. En el mundo, desde 2017, se utiliza la terapia con CAR-T cells, que mejora significativamente el pronóstico, aunque todavía no está disponible en el país.
Inmunoterapia y anticuerpos biespecíficos: una nueva esperanza
En la Argentina, desde diciembre de 2024 se cuenta con una alternativa innovadora: los anticuerpos biespecíficos, que demostraron gran eficacia para rescatar pacientes con recaídas tras la terapia estándar. Actualmente, la ANMAT aprobó dos moléculas: Epcoritamab, indicado para linfoma difuso de células grandes B, y Mosunetuzumab, para linfoma folicular.
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Estos tratamientos deben aplicarse en centros de alta complejidad, debido a posibles efectos adversos como el síndrome de liberación de citoquinas o complicaciones neurológicas poco frecuentes. El Hospital Británico incorporó esta estrategia en 2023 y, gracias a ella, abre nuevas oportunidades para pacientes con enfermedad refractaria o de mal pronóstico, ofreciendo alternativas donde antes las opciones eran muy limitadas.