Los trastornos del espectro autista tienen una base hereditaria, pero las pruebas genéticas que se hicieron hasta el momento explicaban solo el caso de alrededor del 20% de los pacientes. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton junto a una fundación estadounidense lograron clasificar el autismo en cuatro subtipos clínicos y biológicamente distintos en un hallazgo que supone un avance fundamental en la comprensión genética del trastorno y abre nuevas vías para un enfoque más personalizado en su diagnóstico y tratamiento.
El estudio se basó en el análisis de datos de más de 5.000 niños participantes en el estudio SPARK, financiado por la fundación y en el mismo los investigadores no se centraron en un solo rasgo o gen, sino que emplearon un modelo computacional que tuvo en cuenta más de 230 características individuales –desde habilidades sociales, hasta hitos del desarrollo o comportamientos repetitivos– para agrupar a los participantes en función de patrones compartidos.

Este enfoque les permitió identificar subtipos clínicamente relevantes de autismo, cada uno con perfiles genéticos y trayectorias de desarrollo distintos y los resultados se publicaron en la revista Nature Genetics.
Cuatro formas diferentes de autismo y sus características
Los investigadores definieron cuatro nuevos subtipos: autismo con dificultades sociales y conductuales. Sus características principales son:
- TEA con Desafíos Sociales y Conductuales: este grupo presenta rasgos clásicos del autismo, como dificultades para relacionarse socialmente y comportamientos repetitivos, pero su desarrollo (por ejemplo, empezar a caminar o hablar) suele seguir un ritmo similar al de los niños sin autismo. Además, es habitual que reciban otros diagnósticos como TDAH, ansiedad, depresión o trastorno obsesivo-compulsivo. Representa el 37% de los participantes.
- Autismo Mixto con Retraso del Desarrollo: en estos niños se observan retrasos al alcanzar hitos del desarrollo, pero no suelen presentar problemas de ansiedad o comportamientos perturbadores. Las diferencias dentro del grupo residen en la intensidad de los comportamientos repetitivos y los desafíos sociales. Constituye el 19% de la muestra.
- TEA con Desafíos Moderados: estos niños muestran comportamientos vinculados al autismo, aunque de forma menos intensa que en los otros grupos. Su desarrollo es similar al de los niños neurotípicos y no suelen presentar trastornos psiquiátricos añadidos. Engloba al 34% de los casos.
- Personas Altamente Afectadas: este es el grupo más pequeño (10%) y el que afronta mayores dificultades. Sus integrantes presentan un amplio abanico de retos, que incluyen retrasos del desarrollo, problemas de comunicación, comportamientos repetitivos y condiciones psiquiátricas como ansiedad, depresión o desregulación emocional.
Según Aviya Litman, coautora principal del estudio, “estos hallazgos son contundentes porque las clases representan diferentes presentaciones y resultados clínicos, y, fundamentalmente, pudimos conectarlos con distintas estructuras biológicas subyacentes”.
Podría haber un cambio de paradigma en la investigación sobre el autismo
Este estudio da un giro de enfoque sustancial en la investigación sobre el autismo, ya que, en lugar de buscar genes individuales asociados al autismo en general, se centraron en encontrar subtipos bien definidos, cada uno relacionado con distintos tipos de mutaciones y rutas biológicas específicas. Por ejemplo, el grupo Altamente Afectado mostraba un mayor número de mutaciones espontáneas (no heredadas), mientras que los niños del grupo Mixto con Retraso del Desarrollo tendían a portar variantes genéticas raras heredadas.
Aunque ambos grupos comparten características como el retraso del desarrollo, estos hallazgos sugieren que el origen biológico de sus síntomas es diferente. “Lo que antes parecía un mismo cuadro clínico ahora entendemos que puede tener mecanismos biológicos distintos”, señaló Litman.
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Otra revelación clave del estudio fue que las alteraciones genéticas que influyen en el autismo pueden actuar en distintos momentos del desarrollo cerebral. Generalmente se piensa que los efectos genéticos se producen especialmente antes del nacimiento, pero en el grupo de Desafíos Sociales y Conductuales se encontraron mutaciones en genes que se activan más tarde en la infancia, lo que concuerda con que estos niños suelen recibir el diagnóstico más tarde.
Entonces, en lugar de buscar una única causa común al autismo, ahora los científicos pueden explorar los mecanismos específicos que explican cada subtipo, lo cual tiene implicaciones profundas para el diagnóstico, el seguimiento y la intervención en cada caso. Para las familias con hijos con autismo, conocer el subtipo específico puede aportar mayor claridad, una atención que se adapte más a sus necesidades y mejor orientación para el futuro. “Comprender las causas genéticas de más personas con autismo podría llevar a un seguimiento del desarrollo más específico, tratamientos de precisión, apoyo y adaptaciones personalizadas en la escuela o el trabajo”, afirmaron los investigadores.