Mantenerse activo físicamente es clave para un envejecimiento saludable, según recomiendan repetidamente los médicos y, aunque con frecuencia pongamos la excusa de la falta de tiempo para hacer ejercicio, incluir pequeños gestos en nuestros hábitos diarios puede suponer una gran diferencia.
Por ejemplo, desplazarse a pie o en bicicleta cuando vamos a trabajar o a realizar una compra puede contribuir a mejorar nuestra condición física e, incluso, reducir el riesgo de enfermedades.

Ahora, un equipo de geriatras, neurólogos, nutricionistas y especialistas en salud pública afiliados a una serie de instituciones de China en colaboración con colegas de Australia, descubrió que, de todos los modos de transporte que los adultos mayores pueden utilizar para ir de un lugar a otro, la bicicleta parece proporcionar el mayor beneficio al reducir potencialmente las probabilidades de desarrollar demencia.
Los resultados de su estudio se han publicado en la revista JAMA Network Open y revelan que el uso de medios de transporte activos en la mediana edad, especialmente la bicicleta, se asocia con un riesgo significativamente menor de desarrollar demencia a lo largo de 13 años, en comparación con quienes se desplazaban en coche o transporte público, y con un mayor volumen del hipocampo, una región del cerebro clave para la memoria.
Ir en bicicleta protege contra el deterioro cognitivo
El análisis fue liderado por Liangkai Chen, investigador de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong (China) y encontró que la reducción del riesgo fue especialmente notable en tres tipos de demencia: la de inicio tardío, la de aparición temprana y el alzhéimer, mientras que los ciclistas también mostraban un mayor volumen del hipocampo, una señal que suele interpretarse como mejor salud cerebral.
Los investigadores indican en su artículo que los beneficios observados con el ciclismo podrían deberse a que andar en bicicleta implica hacer ejercicio aeróbico y exige un mayor esfuerzo a nivel cognitivo, lo que mejora la circulación cerebral, reduce la inflamación y estimula el nacimiento de nuevas neuronas. Además, desplazarse pedaleando requiere más atención y habilidades de navegación espacial que otros medios, como ir sentado en un colectivo.
Lee también Pintar, esculpir, crear: cómo el arte mejora la salud mental de los adultos mayores
La investigación se basó en los datos de más de 479.000 personas sin demencia y capaces de caminar, con una edad media de 56 años al inicio del estudio. Se analizaron sus formas de desplazamiento habituales –excluyendo el trayecto al trabajo– clasificándolas en cuatro grupos: inactivas (coche o transporte público), caminata, caminata combinada y bicicleta (sola o combinada).
Durante el seguimiento, que duró una media de 13 años, se diagnosticaron casi 9.000 casos de demencia y cerca de 4.000 de alzhéimer. En el estudio también se evaluó la interacción entre la genética y el estilo de vida. Las personas portadoras del alelo APOE4 –una variante genética que eleva el riesgo de alzhéimer– también se beneficiaban del uso de la bicicleta, aunque en menor medida.