Todas las personas que tuvieron que estudiar o memorizar algo importante se plantearon la posibilidad de quedarse hasta tarde en la noche o madrugar para agarrar los libros por la mañana con la mente descansada.
Sin embargo, parece que la ciencia se inclina más por el aprendizaje antes de irse a dormir: las investigaciones apuntan a que un sueño reparador es una herramienta clave para la memoria y, en consecuencia, para consolidar más eficazmente aquello que se aprendió.
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Cada vez hay más pruebas que sugieren que el sueño desempeña un papel fundamental en el aprendizaje y la memoria, señala la psicóloga inglesa Chloe Newbury de Sleep Deprivation and Memory, un trabajo de revisión en el que, junto a otros colegas de la Universidad de Londres, agruparon estudios de cinco décadas de investigación y, entre sus hallazgos, destaca que estudiar antes de dormir cumple las siguientes funciones:
- Prepara el cerebro para el aprendizaje del día siguiente.
- Ayuda a fortalecer los nuevos recuerdos aprendidos durante el día anterior.
Por qué dormir favorece la consolidación del aprendizaje
Esta asociación entre el sueño y la memoria se materializa, según las investigaciones, de varias maneras:
- Consolidación de la memoria. Durante el sueño, especialmente en las fases profundas (ondas lentas), el cerebro reorganiza y consolida la información aprendida. Esto implica transferir recuerdos del hipocampo (memoria a corto plazo) a la corteza cerebral (memoria a largo plazo).
- Reducción de interferencias. Mientras dormimos, el cerebro no recibe nueva información, lo que evita interferencias y permite que los recuerdos aprendidos se consoliden de manera más eficiente.
- Procesamiento creativo y descubrimiento de patrones. Hay estudios que han demostrado que el sueño puede facilitar la reestructuración de conocimientos y ayudar a descubrir reglas o patrones que no eran evidentes al aprender.
- Fases REM y aprendizaje complejo. Durante el sueño REM, se fortalecen habilidades relacionadas con la creatividad, la resolución de problemas y los aprendizajes emocionales, complementando el trabajo realizado en el sueño profundo.
También para los recuerdos emocionales
Otro de los investigadores que más trabajaron en este campo es el profesor Ullrich Wagner, de la Universidad de Münchster, en Alemania, quien en sus trabajos sobre el papel del sueño en la consolidación de la memoria y el aprendizaje, abordó cómo las diferentes fases son esenciales para fortalecer recuerdos.

Sus estudios demostraron que el sueño, especialmente las fases profundas, desempeña un papel crucial en la consolidación de la memoria emocional. Por ejemplo, en un estudio publicado en Nature Neuroscience, pone de evidencia que breves periodos de sueño inmediatamente después del aprendizaje ayudan a preservar recuerdos emocionales durante años. Así, este trabajo abre la puerta a la posibilidad de que, de cara a prevenir trastornos de estrés postraumático, se pueda intentar que la persona que sufrió un trauma evite dormir inmediatamente después del evento que lo ha provocado.
Pero no solo es una cuestión de recuerdos emocionales, ya que, Wagner también investigó cómo durante el sueño se produce una reorganización de la información aprendida, facilitando la comprensión y el descubrimiento de patrones ocultos. Por ejemplo, en la Tarea de Reducción de Números, observó que los participantes que durmieron después del aprendizaje tenían el doble de probabilidades de descubrir una regla oculta en comparación con aquellos que permanecieron despiertos. Este hallazgo sugiere que el sueño no solo fortalece los recuerdos, sino que también promueve la reestructuración cognitiva necesaria para la resolución de problemas y la creatividad.
Cómo estructurar nuestro horario de descanso
Para combinar estudio y sueño de manera efectiva, de forma que nos ayude a memorizar y consolidar mejor nuestros aprendizajes, podemos marcarnos un horario:
- Antes de estudiar, preparar nuestra mente. Asegurarnos de estar en un entorno tranquilo, bien iluminado y sin distracciones. Podemos dedicar unos minutos para realizar una breve meditación o hacer ejercicios de respiración para aumentar la concentración.
- Bloques de estudio. Estudiar en bloques de 50-60 minutos, evitando el multitasking y enfocándonos en un tema específico. Podemos tomar notas a mano o usar mapas mentales para reforzar la memoria.
- Pausas cortas. Tras cada bloque, levantarnos, hidratarnos y estirar el cuerpo para mantener la energía.
- Después de dos o tres bloques, hacer una siesta breve de unos 10 o 20 minutos, que es perfecta si estudiamos durante el día. Una siesta corta mejora la memoria y la concentración sin afectar el sueño nocturno.
- Revisión activa. Tras la siesta, dedicar un cuarto de hora a repasar lo estudiado con preguntas clave o pruebas rápidas para fortalecer la retención.
- Antes de dormir. Hacer una sesión ligera de revisión, de una media hora, para revisar resúmenes, mapas mentales o notas. La repetición breve antes de dormir facilita la consolidación de recuerdos. Después, llega el momento de la desconexión: apagar los dispositivos electrónicos.
- Dormir bien. Intentar acostarse y despertarse siempre a la misma hora. La regularidad mejora la calidad del sueño y la consolidación de la memoria.