La enfermedad celíaca es una afección inmunológica en la que el organismo reacciona de forma adversa al gluten, una proteína presente en trigo, cebada y centeno. Esta respuesta daña el intestino delgado e interfiere en la absorción de nutrientes esenciales. Se estima que afecta a una de cada 100 personas a nivel mundial, aunque muchos casos permanecen sin diagnosticar.
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Hasta ahora, la confirmación médica exigía que los pacientes consumieran gluten durante un tiempo, aun sabiendo que eso podría causarles dolores abdominales, fatiga, vómitos, lesiones en la piel o problemas digestivos graves. Este protocolo ha sido una de las principales barreras para alcanzar un diagnóstico certero, especialmente entre quienes adoptan una dieta libre de gluten por sospecha, sin pasar por pruebas médicas formales.
Un análisis que evita el sufrimiento
Desde Australia, investigadores del Instituto Walter y Eliza Hall (WEHI) de Victoria y la farmacéutica Novoviah Pharmaceuticals presentaron una alternativa esperanzadora. Se trata de un test de sangre innovador que permite identificar la enfermedad incluso en personas que ya no consumen gluten.

El hallazgo fue publicado en la revista científica Gastroenterology. Según los expertos, el análisis detecta “células T específicas del gluten”, un biomarcador que permanece activo en quienes padecen la enfermedad celíaca, incluso cuando no se ha ingerido la proteína recientemente. Esto permite un diagnóstico sin necesidad de exponer al paciente al gluten y reactivar síntomas dolorosos o peligrosos.
“Esta nueva prueba promete simplificar y acelerar el diagnóstico preciso, al tiempo que evita el sufrimiento que conlleva el consumo de gluten durante períodos prolongados que pueden reactivar la enfermedad celíaca”, explicó el doctor Jason Tye-Din, investigador del WEHI y referente en la materia.
Impacto personal y potencial preventivo
Uno de los aspectos más prometedores de esta prueba es su capacidad para identificar casos “silenciosos” de celiaquía, es decir, personas que no presentan síntomas claros pero igualmente sufren daños intestinales. “Muchas personas se ven disuadidas de buscar un diagnóstico definitivo porque no quieren consumir gluten y enfermar”, señalaron los autores del estudio.

Además del valor científico, este avance tiene una dimensión emocional. Olivia Moscatelli, integrante del equipo de investigación, compartió su experiencia personal: “Este avance es profundamente personal, ya que podría ahorrarles a otros el agotador proceso de diagnóstico que tuve que soportar”. A Olivia le confirmaron la enfermedad cuando tenía 18 años, luego de años de síntomas y estudios.
En un mundo donde las dietas sin gluten se han vuelto tendencia, esta herramienta también puede ayudar a distinguir entre quienes la adoptan por moda y quienes realmente necesitan evitar el gluten por cuestiones médicas.