La hipertensión arterial es una de las principales causas de enfermedad cardiovascular en el mundo, pero muchas veces avanza de forma silenciosa. En la Argentina, una nueva guía elaborada por la Federación Argentina de Cardiología (FAC), la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) redefine los criterios para el diagnóstico y tratamiento, promoviendo un enfoque más temprano, integral y preventivo.
Detectar antes para prevenir daño silencioso
“El valor inicial en consultorio sigue siendo de 140/90 mmHg, pero el nuevo objetivo de tratamiento es menor a 130/80 mmHg en pacientes con riesgo cardiovascular elevado”, explica el médico cardiólogo y deportólogo, el Dr. Alejandro Amarilla (M.P. 2682). Además, se prioriza el uso de controles ambulatorios y domiciliarios para detectar formas ocultas de hipertensión, como la nocturna o enmascarada.
Esta actualización se basa en evidencia sólida de estudios internacionales como SPRINT y STEP, que mostraron que controlar mejor la presión arterial reduce de forma significativa el riesgo de infarto, ACV, insuficiencia cardíaca y muerte cardiovascular. “Apunta a identificar pacientes en riesgo antes de que aparezcan complicaciones visibles”, señala.

Este nuevo enfoque implica que más personas serán consideradas en riesgo, pero no todas requerirán medicación. “El foco está en los cambios en el estilo de vida, el control regular y un seguimiento activo”, agrega. Detectar hipertensión antes permite prevenir daño silencioso en órganos vitales como el corazón, los riñones, el cerebro o la retina.
El valor del monitoreo en casa y el cuidado integral
La medición en reposo, realizada en consultorio, debe complementarse con un monitoreo ambulatorio o domiciliario”, indica Amarilla. También se recomiendan estudios complementarios:
- Análisis de sangre y orina.
- Electrocardiograma.
- Ecocardiograma.
- Fondo de ojo para detectar daño temprano en pacientes de riesgo.
Una de las claves del cambio es que ya no se espera llegar a 140/90 mmHg para iniciar tratamiento si hay riesgo cardiovascular. “Hoy se promueve actuar antes, con medidas no farmacológicas, y sumar medicación si hace falta”, remarca el especialista. El mensaje es claro: tratar antes, para no llegar tarde.
Actividad física, alimentación y descanso: aliados clave
Desde la cardiología deportiva, Amarilla destaca el rol de la prevención en personas jóvenes y activas. “Es clave mantener actividad aeróbica y de fuerza, controlar el estrés, evitar sustancias que suben la presión como esteroides o suplementos no regulados, y hacer chequeos regulares si hay antecedentes familiares”.
También subraya el impacto del descanso y el manejo del estrés: “Dormir mal o vivir con estrés crónico eleva la presión por mecanismos hormonales. Hoy sabemos que meditar, respirar profundo o moverse más son parte real del tratamiento”.
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En cuanto a la alimentación, sostiene que una dieta baja en sal y rica en vegetales, frutas y legumbres es una herramienta eficaz para sostener una presión saludable. “El abordaje debe ser integral, y eso incluye hábitos cotidianos que muchas veces se subestiman”, concluye.