La pereza es un mal hábito y sus armas son sutiles: a corto plazo nos produce un armónico bienestar fruto de la inacción que conlleva el no asumir riesgos. Sin embargo, no somos conscientes de su impacto hasta que pasó la posibilidad de hacer algo para alcanzar nuestras metas o hasta que ya aparecieron las consecuencias negativas de no haber realizado una actividad por quedarnos recostados en la cama.
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“Esas consecuencias se suelen manifestar en forma de culpa, frustración o insatisfacción, emociones que no hacen más que aumentar nuestra vulnerabilidad a volver a caer en sus redes fruto de la inseguridad que genera el hecho de no hacernos con las riendas de nuestra vida”, indicó la Dra. Vanesa Fernández López, psicóloga española especialista en emociones.
Qué es la pereza y cuáles son sus consecuencias
A la pereza, podemos definirla como un patrón emocional, cognitivo y de comportamiento que conduce a la persona a no llevar a cabo sus tareas o funciones o a hacerlas en circunstancias que reducen su competencia. Esta condición suele interferir en la vida de las personas sin que sepan cómo vencerla.
Para entender a la pereza, debemos partir del hecho de que al ser humano le cuesta demorar el esfuerzo, esto es, se mueve más por las consecuencias positivas a corto plazo que cuando estas aparecen a mediano o largo plazo. La forma en la que la pereza se instaura en nuestras vidas es a través de un truco bien conocido: quitándonos aquello que no nos gusta de inmediato y no mostrando lo malo de esta conducta hasta pasado un tiempo.
Eso significa que, a corto plazo, la persona perezosa recibe beneficios asociados a la evitación de aquello que no le gusta, por ejemplo, alivio al no tener que estudiar para un examen, no estar obligado a madrugar para ir a correr, no quedar con ese amigo porque hace frío o calor, etcétera. Pero a mediano o largo plazo se sufren las consecuencias negativas por habernos dejado vencer por la pereza, por ejemplo, falta de forma física y distanciamiento social, entre otros.
Consecuencias de ser perezoso
La pereza tiene un importante impacto en la vida de quien tiene este comportamiento de manera habitual, y estas son sus principales consecuencias:
- Postergación: “Dejar para mañana lo que puede hacerse hoy” con los problemas que pueden derivarse de dicho comportamiento.
- Bajo rendimiento laboral o académico.
- Insatisfacción vital. Las personas más satisfechas con su vida no son necesariamente aquellas a las que les va todo bien, sino aquellas que se esfuerzan por conseguir retos. Unas veces los consiguen, otras no, pero se sienten satisfechas por el intento.
- Problemas sociales o de pareja debido al aislamiento que en algunos casos produce la pereza.
- Problemas de convivencia por no llevar a cabo las tareas del hogar a tiempo o no ordenar la ropa y otros efectos personales, lo que afecta al bienestar del resto de las personas que residen en la vivienda.
- Nos quedamos estancados en la zona de confort, lo que también conlleva consecuencias negativas para nuestra vida.
Siete consejos para vencer la pereza o evitarla
La pereza puede traernos muchos problemas, pero la especialista dio a conocer siete consejos prácticos para vencerla, evitar su aparición y alcanzar las metas:
- Analizar cuáles son las causas de la pereza: para evitar la tentación, es importante que sepamos qué la alimenta. Por eso, se debe reflexionar sobre el motivo por el cuál no hacemos las cosas. ¿Falta de motivación, de ganas, de ilusión, miedo? Tal vez sea uno de estos factores lo primero que tenemos que solucionar.
- Plantearse objetivos a corto y mediano plazo: si no nos marcamos un camino, no sabemos por dónde empezar a andar. Si no lo hacemos daremos vueltas sin llegar a ninguna dirección y acabaremos parando. Por ello, debemos marcar una ruta realista y por pasos porque las que son demasiado largas nos acaban frustrando.
- Empezar por hacer actividades que nos motiven más: cuando nos vemos haciendo algo, el hecho de estar haciéndolo nos motiva a continuar. Por eso, lo importante es empezar.
- Frenar el diálogo interno negativo y desmotivador: un autodiálogo (discurso interno) más positivo es clave a la hora de emprender acciones.
- Actuar: las ganas no vienen solas. Existe un fenómeno denominado motivación-acción. Quiere decir que no hay nada más motivante para la consecución de una tarea que comenzar a hacerla. Además, a fuerza de repetir una conducta esta se acaba convirtiendo en un hábito. La fuerza del hábito de realizar una actividad es un duro rival para la pereza.
- Buscar compañía: el ser humano es un ser social y habitualmente la compañía de otras personas suele hacernos las actividades más atrayentes. Por otro lado, si quedamos con alguien para hacer algo, el hecho de “no quedar mal” con la otra persona nos ayudará a vencer la pereza cuando esta intente seducirnos para no hacerlo.
- Dedicar tiempo a perder el tiempo: es importante que no tengamos todo el día ocupado, de lo contrario no hablamos de pereza, sino de fatiga. Es importante que a veces nos aburramos, que no hagamos nada, para que posteriormente tengamos ganas de hacerlo.