La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte a nivel global, generando más muertes que el cáncer, las infecciones y las enfermedades respiratorias crónicas. Los niveles anormales de colesterol pueden dañar la salud del corazón: en particular, los niveles altos de LDL, comúnmente denominado colesterol “malo”, no diagnosticados o no tratados pueden causar problemas graves, como un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
“En nuestro país, casi un 30% de la totalidad de los fallecimientos, son debido a la enfermedad cardiovascular y representan la principal causa de muerte prematura. Según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo correspondiente a 2019, casi el 30% de la población encuestada tenía valores elevados de colesterol medidos por lo menos una vez en su vida”, explica el Dr. Facundo Tornelli (M.N. 118.900), médico especialista en lípidos de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL).
El colesterol se produce en el hígado y es transportado por el torrente sanguíneo a través de lipoproteínas: las de alta densidad (HDL o colesterol “bueno”) y las de baja densidad (LDL o colesterol “malo”). Las HDL ayudan a que el organismo elimine el colesterol para que no obstruya las arterias. Sin embargo, las LDL depositan el colesterol dentro de los vasos sanguíneos que transportan sangre al corazón y a otras partes del cuerpo.
“Con el tiempo, esto puede hacer que las arterias se estrechen o bien obstruyan la luz total o parcial del vaso por su acumulación, con la llamada placa de ateroma, que puede causar un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular, o bien alteraciones en arterias del resto del organismo”, advierte el especialista y añade: “La enfermedad cardiovascular aterosclerótica es la causa subyacente del 85% de las muertes relacionadas con ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Esto marca la importancia de conocer y realizar un chequeo preventivo de salud, que conlleve un perfil lipídico y su posterior valoración precoz con un profesional de la salud, dado que es clave para la pesquisa de la patología cardiovascular, previniendo así el inicio o evolución de la patología cardiovascular aterosclerótica”.
Los factores que influyen en la posibilidad de tener niveles de colesterol elevado
Algunos de los factores que influyen en la posibilidad de tener niveles de colesterol elevados son el estilo de vida (tipo de alimentación, fumar, estrés, consumo de alcohol, y niveles de actividad física); los antecedentes familiares; la edad (los niveles altos de colesterol-LDL se diagnostican más frecuentemente entre los 40 y 59 años); el sexo biológico (los hombres tienen mayor tendencia pero el riesgo de las mujeres puede aumentar durante el embarazo y también después de la menopausia); la obesidad y ciertos medicamentos que puedan estar siendo utilizados para tratar otras patologías, entre otros.
Si bien los factores de riesgo se clasifican en “modificables” y “no modificables”, es de vital importancia generar hábitos de vida saludables como realizar actividad física en forma regular, mantener un peso saludable, una alimentación balanceada, no fumar y una correcta higiene del sueño, para ayudar a mejorar los niveles de colesterol, aunque solo en un 10-15%, por lo que en muchas ocasiones se requiere iniciar un tratamiento farmacológico.
La dra. Melina Huerin (M.N. 74.244), médica cardióloga y miembro de la Comisión Directiva de la SAL, comenta: “Es crucial trabajar sostenida y profundamente en el cambio de hábitos lo mejor que podamos, pero también es importante dejar en claro que en muchos casos es imprescindible incorporar fármacos para lograr la meta de colesterol LDL que necesitamos alcanzar. El daño de cualquier factor de riesgo depende de dos variables: la intensidad del factor, es decir, la cifra de colesterol-LDL, la cantidad de cigarrillos diarios que se fuma, etc y el tiempo de exposición a esa dosis (los años de colesterol-LDL alto, las décadas de haber fumado, etc.)”.
Los valores recomendados
“Como regla general, el tiempo de exposición prolongado suele ser mucho más dañino que la intensidad o dosis del factor, por lo cual además de reducir el colesterol-LDL al nivel que corresponda en cada caso, es central hacerlo lo antes posible para minimizar la exposición temporal a este factor. En una persona adulta sana (es decir que no tuvo ningún evento cardiovascular y no tiene factores de riesgo coronario), los niveles de colesterol-LDL objetivo o meta deberían ser menores a 116 mg/dl. En cambio, si esa persona sana tiene factores de riesgo, su meta será menor de 100 mg/dl, y si tuviera “placas” en sus arterias la meta ideal será menor de 70 mg/dl”, detalla Huerin.
La especialista añadió: “Ahora, los valores recomendados para alguien que hubiera tenido un evento cardiovascular (infarto, accidente cerebrovascular, angioplastia, cirugía de bypass) o tuviera enfermedad arterial de miembros inferiores, son sumamente bajos. El colesterol-LDL debe ser en todos estos casos menor de 55 mg/dl y, en personas que hubieran tenido más de un evento cardiovascular o un evento cardiovascular muy reciente, particularmente aquellas que hubieran repetido un nuevo evento cardiovascular a pesar de haber mantenido un colesterol-LDL menor de 55 mg/dl, la meta será menor de 40 mg/dl. Este número extremadamente bajo permite que personas con mucho riesgo cardiovascular reduzcan su chance de presentar nuevos eventos clínicos.
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“Adicionalmente, consensos y guías internacionales recientemente publicadas recomiendan que, además de alcanzar esa meta establecida de colesterol-LDL de acuerdo con el escenario clínico de la persona, se produzca una reducción respecto del colesterol LDL inicial mayor al 50% y se elija la meta que resulte el menor valor de los dos: o el valor del colesterol LDL indicado según el escenario clínico o la reducción mayor al 50%. Se debe elegir el menor de ambos valores como meta”, asegura la especialista.
Hipercolesterolemia familiar: ¿qué es el colesterol “heredado”?
La hipercolesterolemia familiar (HF) es el trastorno genético más frecuente asociado con enfermedad coronaria prematura. Se produce por alteraciones genéticas y se manifiesta desde el nacimiento. Se estima que afecta a aproximadamente 1 de cada 300-500 personas en la población general. Esta condición aumenta los niveles de colesterol LDL y acelera la enfermedad ateroesclerótica coronaria de 1 a 4 décadas, por lo cual su detección y tratamiento precoz son factores fundamentales para reducir la tasa de mortalidad.
“Existen 2 formas clínicas de la HF, la forma heterocigota y la homocigota, según se hayan heredado una o dos mutaciones causantes de hipercolesterolemia, de uno o de los dos progenitores. La heterocigota aumenta el riesgo de sufrir un evento cardiovascular prematuro de 10-20 veces y es asintomática hasta que se presenta el primer evento cardiovascular. Por su parte, la forma homocigota presenta niveles de colesterol y de colesterol-LDL extremadamente altos llegando a valores de colesterol total que van de 600 a 1000 mg/dl y de LDL mayor de 400 mg/dl. Pueden presentar signos y síntomas desde la infancia”, afirma la dra. María B. Araujo, médica pediatra (M.N 71.029), especialista en Nutrición Infantil (SAP), especialista en Lípidos (SAL).
Araujo, agregó: “Es común que los xantomas (depósitos grasos en piel) aparezcan a partir de los tres o los cuatro años de edad predominando en las zonas de extensión como codos y rodillas, tobillos, nudillos de los dedos de las manos, y también glúteos. También puede aparecer compromiso cardiaco desde la infancia teniendo predilección por el compromiso aórtico. La aterosclerosis puede ser muy precoz y severa si no se inicia el tratamiento precozmente”.
“Existe subdiagnóstico de la hipercolesterolemia familiar en sus dos formas clínicas, lo que provoca muertes prematuras por enfermedad cardiovascular. Se ha demostrado que el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado de la HF desde las primeras décadas de la vida mejoran el riesgo cardiovascular posterior, y permite actuar en dos generaciones simultáneamente estudiando a los familiares del diagnosticado, con la posibilidad de evitar eventos cardiovasculares en distintas generaciones”, señala. Araujo.
La importancia de conocer los valores
La importancia de conocer los valores propios dado que el colesterol alto no produce síntomas, sino que se detecta a través de un análisis de sangre de rutina, la pesquisa es central para el diagnóstico. La frecuencia con la que se deben realizar estos controles dependerá de la edad, los factores de riesgo, y los antecedentes familiares.
“Es importante destacar que no existe un valor único de meta de LDL para todos, sino que, dependiendo del escenario clínico de cada persona, se define una meta ideal. Como regla, a mayor riesgo de la persona, menor debería ser su valor de colesterol-LDL. Además, el colesterol aumenta a lo largo de la vida, nacemos con el colesterol-LDL más bajo que vamos a tener. Entonces, resulta importante saber que la cifra que estamos viendo en alguien muy joven continuará subiendo. Por eso, cuanto antes en la vida se baje ese valor, mejor”, concluye Huerin.