La corresponsabilidad es sinónimo de responsabilidad compartida. ¿Por qué pensarla en la lactancia? Porque implica abordarla como una tarea repartida, como una acción colectiva, con impacto sustancial en la salud de la persona recién nacida y de quien amamanta.
Cada año, del 1 al 7 de agosto, se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna, coordinada por la Alianza Mundial para la Acción de Lactancia Materna (WABA, por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), apoyada por distintos organismos. Este año, el lema “Cerrando la brecha: apoyo a la lactancia materna en todas las situaciones”, se focaliza en que todas las personas que desean amamantar puedan lograrlo, más allá de las diversas situaciones de cada madre y cada familia.
Apoyar la lactancia es fundamental para asegurar que niños y niñas cuenten con la oportunidad de su mejor comienzo en la vida y desarrollo a largo plazo, ya que es una de las maneras más eficaces de garantizar su salud y supervivencia. Siendo la crianza una tarea laboriosa, padres y madres necesitan del soporte familiar, social, y laboral para que esto sea posible.
OMS y UNICEF defienden la iniciación temprana de la lactancia materna (LM), en la primera hora después del nacimiento, independientemente que el parto sea natural o por cesárea, y recomiendan sostenerla de forma exclusiva durante los primeros seis meses de vida, sin proporcionar otros alimentos, líquidos, ni agua.
Las políticas impulsadas en lactancia
Desde el Ministerio de Salud de la Nación (MSAL), las políticas impulsadas en lactancia también promueven el contacto temprano luego del nacimiento para aprovechar al máximo la oportunidad de la primera puesta al pecho, inicio de la lactancia, como un determinante para su continuidad y para mermar el riesgo de mortalidad neonatal. Según datos relevados en la Encuesta Nacional de Lactancia (ENaLAC, 2022), esto tiene un impacto positivo en la práctica efectiva de la lactancia, evidenciando un mayor porcentaje de lactancia entre quienes fueron puestos al pecho en la primera hora y primer día, en comparación con quienes lo fueron después del primer día, con registro de descenso de la misma.
A partir de los 6 meses, se indica la incorporación de alimentación complementaria variada y oportuna, mientras se continúa con la LM hasta los dos años o más, cuando madre y bebé lo decidan, siendo aconsejado un destete gradual, proceso que no sucede de un día para el otro. Muchas veces, las madres que amamantan más allá del primer año de vida, se enfrentan al rechazo social, debido a prejuicios y desinformación sobre los beneficios de la lactancia.
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La leche materna brinda energía y nutrientes que el bebé necesita durante esos primeros meses de vida. Sigue cubriendo hasta la mitad o más de los requerimientos nutricionales del niño durante la segunda mitad del primer año y hasta un tercio durante el segundo año de vida.
Y aquí cobra sentido recordar que tales recomendaciones se fundamentan en investigaciones científicas que avalan los beneficios de la leche humana, y que van más allá de los exclusivamente nutricionales, que son insustituibles. Siendo una combinación perfecta de nutrientes esenciales y factores de protección, promueve significativamente el desarrollo físico, cognitivo y emocional del bebe, su salud y supervivencia, confiriéndole alta protección inmunológica, en especial, cuando es exclusiva. Además, preserva la salud y favorece el bienestar de la madre, mejora el espaciamiento de los nacimientos, y disminuye el riesgo de cáncer de mama y de ovarios y de enfermedades crónicas.
La secreción láctea, calostro y leche madura
La secreción láctea de la primera semana, calostro y la leche madura, aportan agua, hidratos de carbono y lípidos como fuente de energía, y diferentes proteínas con función bactericida, antimicrobiana, y de defensa general y específica, una primera inmunización, que colaborará en activar su sistema inmunológico, defendiéndolo de infecciones y reduciendo el riesgo de enfermedades como la diarrea y las infecciones respiratorias durante su 1er. año de vida. Algunas organizaciones refieren que los episodios de diarrea podrían reducirse a la mitad, y evitarse un tercio de las infecciones respiratorias mediante buenas prácticas de lactancia materna.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), entre algunos de los datos clave en cuanto a beneficios, sostiene que la lactancia materna resguarda contra el síndrome de muerte súbita infantil, promueve el apego, al interactuar las madres con sus hijos mientras amamantan, y más allá de brindar la nutrición perfecta para el bebé, y protegerlo contra infecciones, los componentes de la leche materna podrían influir en la programación epigenética en el momento en que la expresión de los genes se está desarrollando para el resto de la vida.
Es importante destacar, además, que la leche materna es segura y asequible para alimentar a los bebés. Como alimento natural, es un recurso renovable valioso, y colabora con el cuidado del medio ambiente, ya que no produce contaminación ni residuos, minimizando el uso de envases. Son muchos los motivos que invitan a apoyar y promover la lactancia exclusiva (LE) en un país como la Argentina donde, según resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS), y de la ENaLAC, 2022, los porcentajes no son los esperados.
El derecho a la lactancia
Contrariamente a las recomendaciones de la OMS, menos de la mitad de los lactantes se alimentan exclusivamente con leche materna. La meta mundial de nutrición, aprobada en 2012 por la Asamblea Mundial de la Salud (WHA), es aumentar la tasa de LE en los primeros 6 meses de edad al menos al 50%, para el año 2025. Sólo 4 de cada 10 lactantes menores de 6 meses, en la región de América Latina y el Caribe son alimentados exclusivamente con leche materna, y el 48% de niños y niñas entre los 12 y 23 meses de vida todavía recibe lactancia materna, siendo el promedio mundial 65%, según datos de UNICEF.
Es relevante atender el derecho a la lactancia, especialmente de los grupos más vulnerables. La Ley de Derecho de los Padres y la Persona Recién Nacida (Nº. 25.929, 2004) advierte que las instituciones con internación neonatal y/o pediátrica deben contar con Centros de Lactancia que faciliten la extracción y conservación de leche humana (MSAL, 2012).
Trabajar y continuar con la lactancia materna puede verse complicado, en tanto la persona que amamanta no cuenta con el espacio idóneo para extraerse leche y conservarla, o amamantar en su lugar de trabajo. Es útil considerar que dicha extracción posibilita el estímulo necesario para que la producción no decrezca y no origine afecciones como mastitis y otras. Cuanto mayor es el tiempo de separación, menor es la lactancia. Es así que la lactancia en el ámbito de trabajo se afianza, no sólo como una ayuda para cerrar la brecha, sino también como un tema preponderante en la agenda de inclusión de las organizaciones.
La estrategia de Espacios Amigos de la Lactancia desde los lugares de trabajo suma apoyo en períodos de lactancia durante la reincorporación laboral. Resulta clave entonces ofrecer un espacio para esta práctica, en cualquier tipo de institución, pública o privada, a los fines de evitar la suspensión de la lactancia prematuramente al momento de reintegrarse a su tarea laboral (MSAL, 2022). Las instituciones que lo ofrecen logran además muchas ventajas, como incrementar la productividad en el trabajo, disminuir las tasas de ausentismo entre madres y padres, y mejorar la motivación y satisfacción de los empleados.
Entender la lactancia como un hecho cultural
Según la ENaLAC, las cifras acerca de lactancia y las condiciones que la favorecen en Argentina han crecido, pero resta todavía intensificar el trabajo para alcanzar los niveles deseados y recomendados. Resulta esencial entender la lactancia como un hecho cultural que requiere de la sociedad toda para superar esos indicadores, y considerarla desde las múltiples configuraciones familiares que la sostienen, y no como exclusivamente materna (ENaLAC).
Para ello cuentan los mitos que aún persisten y atentan contra la lactancia, y entre los más comunes pueden mencionarse “la leche materna ya no lo alimenta”, siendo que contiene todos los nutrientes necesarios para el bebé durante los primeros 6 meses de vida, o “no tengo suficiente leche”, cuando la producción se regula acorde la demanda, por lo que cuanto más frecuente, más leche producirá la madre. Esto es causa de angustia en las madres, y las lleva a abandonar la lactancia y a utilizar fórmulas infantiles cuando no es necesario. Otro mito: “la producción de leche es baja si los senos son pequeños”: la cantidad de leche no depende de ello, sino de la frecuencia de la lactancia; o “no se puede amamantar después de una cesárea”: quizás pueda retrasarla, pero no impedirla. También se escucha aún “el padre no puede ayudar con la lactancia”, cuando es posible colaborar de muchas maneras con el cuidado del bebé, o asistir a la madre, etc. Incluso “La lactancia materna es antiestética, o es sólo para madres jóvenes”, entre muchos mitos.
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También surgen mitos en relación a la alimentación de la persona que amamanta: “La madre debería comer por dos. Es falso ya que, si bien aumentan los requerimientos nutricionales, no duplican los previos al embarazo. “Que la mamá consuma más leche ayuda a producir más”, en realidad no hay una asociación directa entre el consumo de leche y la producción láctea. Los factores determinantes para aumentar la producción son la succión del bebé, una correcta técnica de amamantamiento y procurar, en lo posible, un ambiente lejos de tensiones. Considerado una ventana de oportunidades, este período conocido como el de los 1000 días, desde el embarazo, el nacimiento y hasta los 3 años de vida, requiere especial atención por el impacto en la salud integral durante el embarazo y la primera infancia.
La importancia de la nutrición materna
No resulta menor destacar la importancia entonces de la nutrición materna durante la lactancia, ¿podría ser este un capítulo olvidado? Los estudios marcan la falta de información y la necesidad de investigación en el área, siendo que el estado nutricional de la madre es crítico al menos desde dos puntos de vista: por un lado, repercute en la calidad de la leche y por ende, en la nutrición del lactante en un período de desarrollo clave, y por otro, impacta en el propio estado nutricional de la madre y en los futuros embarazos que pudiera tener. La lactancia aumenta las necesidades de energía de la madre, y su estado nutricional al inicio de la lactancia se asocia con el volumen de leche producido. En casos de desnutrición materna se ha observado menor producción láctea.
La lactancia materna comienza así con el embarazo, o antes incluso, y es decisivo aprovechar el momento para consolidar su importancia, despejar dudas y temores, examinar las mamas y prevenir complicaciones, evaluando el estado nutricional de la madre desde el primer control de embarazo.
Cada madre y cada bebé son únicos, y para ello están los profesionales de la salud especializados, las puericultoras, para brindar contención necesaria y asesoramiento personalizado. Es sustancial entonces, con acciones en cada ámbito, apoyar a la lactancia en todas las situaciones, respaldar la corresponsabilidad para garantizar su acceso, propiciando una sociedad más equitativa, y posibilitando así cerrar la brecha.
(*) Beatriz Ravanelli. Directora de la carrera de Licenciatura en Nutrición de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Belgrano.