Es un mundo cada vez más frenético, donde las noticias de última hora y las redes sociales a menudo alimentan el fuego de nuestras emociones y la ira se convirtió en una constante en la vida cotidiana de muchas personas. La ira es un sentimiento arrollador que no solo afecta nuestra salud mental y física, sino que también teje su camino a través de nuestras interacciones sociales, dejando un rastro de malentendidos y conflictos a su paso.
Es por ello que, los expertos pusieron manos a la obra en busca de perspectivas iluminadoras y estrategias prácticas para enfrentar este desafío omnipresente, prometiendo no solo un alivio personal, sino también una cohesión social más fuerte en estos tiempos turbulentos. Entre esos especialistas, se encuentran los investigadores de la Universidad de Nagoya de Japón, que descubrieron que, después de haber recibido una provocación o haber sido insultados, un método sencillo para reducir la ira es escribir tus sentimientos en un papel y luego deshacerse de él.
“Esperábamos que nuestro método suprimiría la ira hasta cierto punto”, afirmó el investigador principal Nobuyuki Kawai, a la vez que dijo: “Sin embargo, nos sorprendió que la ira se eliminara casi por completo”. Esta investigación es importante porque controlar la ira en el hogar y en el lugar de trabajo puede reducir las consecuencias negativas en ambas áreas y evitarnos problemas mayores.
Los resultados de la investigación
Los resultados de este estudio publicado en Scientific Reports, son la culminación de años de investigaciones previas sobre la asociación entre la palabra escrita y la reducción de la ira. Se basa en un trabajo que muestra cómo las interacciones con objetos físicos pueden controlar el estado de ánimo de una persona.
Para su proyecto, Kawai y Yuta Kanaya, ambos de la Escuela de Graduados en Informática de la Universidad de Nagoya, pidieron a los participantes que escribieran opiniones breves sobre problemas sociales importantes, como por ejemplo si debería prohibirse fumar en público. Luego les dijeron que un estudiante de doctorado de la Universidad de Nagoya evaluaría sus escritos. Sin embargo, dicho estudiante era cómplice, así que, independientemente de lo que escribieran, el evaluador les dio puntuaciones bajas en inteligencia, interés, amabilidad, lógica y racionalidad y los participantes recibieron un comentario insultante escrito a mano que consistía en valoraciones bajas sobre su texto, del tipo: “No puedo creer que una persona educada piense así. Espero que esta persona aprenda algo mientras esté en la universidad”.
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Después de recibir los comentarios negativos, los investigadores pidieron a los participantes que escribieran sus pensamientos al respecto, centrándose en lo que desencadenó sus emociones. Finalmente, a un grupo de participantes se le pidió que desechara el papel escrito en un tacho de basura o lo guardara en un archivo en su escritorio. A un segundo grupo se le pidió que destruyera el documento en una trituradora o lo pusiera en una caja de plástico.
Luego se pidió a los estudiantes que calificaran su enojo después del insulto y después de deshacerse o quedarse con el papel. Como era de esperar, todos los participantes reportaron un mayor nivel de ira después de recibir comentarios insultantes. Sin embargo, los niveles de ira de las personas que tiraron su papel a la basura o lo trituraron volvieron a su estado inicial después de deshacerse del papel. Mientras tanto, los participantes que conservaron una copia impresa del insulto experimentaron sólo una pequeña disminución en su enojo general.