Muchas veces estamos expuestos a diferentes situaciones que alteran nuestro estado emocional y nos vemos obligados a lidiar con sentimientos que pueden ser desagradables. Esta situación nos lleva a tener que enfrentarnos con emociones que nos generan incomodidad, algo para lo que podemos sentir que no estamos preparados.
Si bien no existen pautas que se puedan aplicar a todos los casos, hay varias estrategias y consejos para manejar esas emociones negativas que se relacionan, en gran medida, con aceptar lo que sentimos y entender que de la mayoría de los sucesos podemos sacar un aprendizaje.
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Según indicó Sofía Gimbert, psicóloga española con especializaciones en trastornos de la conducta alimentaria, terapia de pareja, trauma, apego y disociación, hay cinco claves que nos pueden ayudar a enfrentar nuestras emociones, sobre todo si no son positivas.
Además, dijo que, sumado a los consejos, es importante cuidar nuestro cuerpo y mente a través del ejercicio regular, una alimentación saludable y un sueño adecuado. El cuidado de uno mismo puede tener un impacto significativo en la regulación emocional y en el bienestar general.
Cómo manejar las emociones negativas
- Comprender que todas las emociones cumplen una función. Uno de los consejos para manejar las emociones negativas es ser consciente de que no existen emociones realmente negativas. Aunque llamamos de esta forma a esos sentimientos que nos resultan más incómodos de sentir, todas las emociones son valiosas y nos brindan información sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Además, todas las emociones son respuestas adaptativas que nos ayudan a evaluar situaciones complejas y a tomar decisiones efectivas. En este sentido, las emociones que solemos considerar como negativas, como el miedo, la ira o la tristeza, en realidad tienen una función adaptativa en nuestra vida. El miedo nos permite detectar y evitar peligros potenciales, la ira nos sirve de defensa ante amenazas y la tristeza nos ayuda a procesar la pérdida y a ajustarnos a situaciones difíciles.
- Aceptar nuestras emociones. Esto significa no juzgarlas y permitirnos sentirlas a plenitud. Puede ser difícil hacerlo al principio, si estamos acostumbrados a tratar de reprimir o ignorar lo que sentimos, pero es una parte importante del cuidado de nuestro bienestar emocional. Por ejemplo, si pasamos por una situación difícil como la pérdida de un ser querido o problemas laborales, es posible experimentar emociones como la tristeza, la ansiedad o el estrés. En lugar de tratar de ignorarlas o distraernos, aceptarlas nos permitirá experimentar sus sensaciones de una manera más profunda y consciente y, además, podremos procesar los sentimientos de forma correcta. De igual manera, abrazar las emociones nos ayudará a comprender mejor nuestras reacciones emocionales. Por ejemplo, si sentimos enojo después de una discusión con un amigo, abrazar esa emoción hará que entendamos nuestros sentimientos y que comprendamos por qué se desencadenó nuestra reacción emocional. Existen enfoques que nos ayudan a acoger las emociones negativas, permitiéndolas y entendiéndolas en lugar de pelearnos con ellas. Además, podemos buscar acompañamiento con algún tipo de terapia a través de un psicólogo especializado.
- Escuchar lo que las emociones quieren decirnos. A menudo, las emociones son malinterpretadas o reprimidas y así, aparecen problemas de salud mental como el estrés, la ansiedad y la depresión. Al escuchar lo que quieren decirnos las emociones, comprendemos mejor lo que estamos sintiendo y encontramos métodos más efectivos para manejarlas. Por ejemplo, si nos sentimos tristes, es importante escuchar lo que esa tristeza está tratando de decirnos. Tal vez, la estemos sintiendo por la pérdida de alguien o algo que era importante para nosotros o estemos experimentando una decepción o una frustración. Lo cierto es que, al escucharla, entendemos mejor lo que estamos sintiendo y hallamos formas más fructíferas de procesar los sentimientos. Un estudio publicado en Psychological Inquiry sugiere que existen estrategias orientadas a regular las emociones. Algunas formas efectivas de lograr este objetivo pueden incluir tomar un momento para concentrarse en los sentimientos, preguntarnos qué desencadenó la reacción emocional y escribir nuestros pensamientos o sentimientos en un diario.
- Practicar el mindfulness o atención plena. El mindfulness o atención plena se centra en estar presente en el momento actual y aceptar las emociones y pensamientos que surgen sin juzgarlos. Es una práctica que ayuda a reducir la ansiedad, la depresión y mejorar la concentración. Así lo sugiere un estudio de The Psychiatric Clinics of North America. Un ejemplo para practicar el mindfulness es centrarse en la respiración. Sentarse en una posición cómoda y concentrarse en ella. Sentir cómo entra y sale el aire por nuestra nariz o boca, sin juzgar ni intentar cambiar nada. Si nuestra mente se distrae, volver a concentrarnos. Podemos practicar la atención plena en cualquier actividad diaria. Por ejemplo, centrarnos en las sensaciones de los pies mientras caminamos, saborear cada bocado mientras comemos o prestar atención a cada tarea mientras trabajamos. Es una práctica que requiere de tiempo y paciencia para su desarrollo. Pero, a medida que la practicamos, experimentamos una mayor sensación de calma y claridad mental, así como una mejor capacidad para gestionar la ansiedad.
- Otras técnicas de regulación emocional. Dentro de los consejos para manejar las emociones negativas también está la regulación emocional. Esta se refiere a la capacidad de gestionar y controlar las emociones para evitar sentirse abrumado o desbordado por ellas. Hay muchas técnicas efectivas que podemos aprender y aplicar en la vida diaria para ayudarnos a regularlas y sentir que las gestionamos mejor. Además de la meditación o el mindfulness, existen otras técnicas que implican escribir sobre sensaciones y pensamientos negativos para liberarlos y procesarlos de manera más efectiva. Se puede practicar, por ejemplo, la escritura terapéutica, escribiendo en un diario o en una hoja de papel, sin juzgar los pensamientos o emociones que van surgiendo. La escritura emocional puede ayudar a disminuir la intensidad de las emociones negativas, mejorar la claridad mental y aumentar el bienestar emocional.