Investigadores de la Universidad de Umea, en Suecia, descubrieron un nuevo componente celular dentro de las neuronas que usamos para percibir el olfato. El descubrimiento podría ser una puerta para que se realicen más investigaciones sobre el sentido del olfato deteriorado, que es un síntoma común del COVID-19.
“Un requisito previo para encontrar un tratamiento para el deterioro del sentido del olfato es comprender primero cómo funciona el sentido del olfato”, asegura Staffan Bohm, profesor del Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Umea.
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Lo que los investigadores descubrieron es un orgánulo dentro de las células nerviosas que recibió el nombre de transducosoma multivesicular por parte de los investigadores. El descubrimiento fue posible gracias a la infraestructura de microscopía única de la Universidad de Umea.
Los orgánulos son distintas “paradas de trabajo” dentro de las células que se pueden comparar con los diferentes órganos del cuerpo, es decir, diferentes orgánulos tienen diferentes funciones en la célula. La mayoría de los orgánulos es común a diferentes tipos de células, pero también hay orgánulos con funciones específicas que solo ocurren en ciertos tipos de células.
Las células nerviosas olfativas tienen proyecciones largas, es decir, cilios, que sobresalen en la cavidad nasal y contienen las proteínas que se unen a sustancias olorosas y, por lo tanto, inician los impulsos nerviosos al cerebro. La conversión del olor en impulsos nerviosos se llama transducción y el orgánulo recién descubierto contiene sólo proteínas de transducción.
La función del transductosoma es almacenar y mantener las proteínas de transducción separadas entre sí hasta que sean necesarias. Tras la estimulación olfativa, la membrana externa del orgánulo se rompe, liberando las proteínas de transducción para que puedan llegar a los cilios de la neurona y se perciba el olfato.
Los investigadores también descubrieron que el transductosoma lleva una proteína llamada retinitis pigmentosa 2, RP2, que también se sabe que regula la transducción en las células fotorreceptoras del ojo. Si el gen RP2 está mutado, puede causar una variante de la enfermedad ocular retinitis pigmentosa que daña las células sensibles a la luz del ojo.
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“Una pregunta para futuras investigaciones es si el transductosoma tiene un papel en la visión y si está presente en las neuronas cerebrales que son activadas por neurotransmisores y no por la luz y el olfato. Si es así, el descubrimiento puede resultar aún más significativo”, dice Staffan Bohm.
El transducosoma fue descubierto cuando el investigador Devendra Kumar Maurya utilizó una nueva técnica llamada microscopía correlativa. La técnica combina microscopía electrónica y microscopía confocal para que las estructuras internas de una célula y la ubicación de diferentes proteínas puedan ser fotografiadas simultáneamente. Crucial para el descubrimiento fue el desarrollo del método de Devendra, que permitió que la técnica se utilizara para analizar neuronas intactas en secciones de tejido.
El estudio se publica en la revista científica Nature Communications.
(*) La doctora Ana Cofre (M.N.117.124) es avezada en Patología de Olfato y Gusto. Miembro titular de la Asociación de Asma, Alergia e Inmunología de Buenos Aires. Docente de la materia Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la UBA. Miembro de la Red Olfato Argentina. Está a cargo de la Dirección y Coordinación Médica de AROAST. Miembro Adherente del Capítulo de Olfato de la Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología. Miembro Activo de Sociedad Argentina de Rinoplastia Estética y Funcional.