Muchas veces, escuchamos la frase “si no comés, no vas a crecer” debido a que los padres consideran que una buena nutrición es un factor indispensable para que sus hijos alcancen una mayor estatura. Si bien la altura viene predispuesta genéticamente, también la alimentación y los estilos de vida tienen un papel decisivo para determinar el crecimiento.
El patrón de crecimiento puede verse afectado por enfermedades, situaciones anómalas o características individuales como el sexo, el potencial genético o el ritmo madurativo, por lo cual los niños crecen y maduran de forma diferente y, tanto su desarrollo y como su crecimiento, deben ser monitorizados por los profesionales en las revisiones de salud.
“El período de máximo crecimiento se establece desde que nacemos hasta los cuatro años de vida, siendo el primer año cuando se produce un mayor aumento de la talla”, explicó a CuídatePlus, Yurena de las Heras, enfermera pediátrica del Servicio de Promoción de la Salud de Sanitas de España.
Si los padres son bajitos, ¿los hijos también lo serán?
“La talla es un rasgo hereditario, es decir, gran parte se lo atribuye a la genética, pero la multitud de factores genéticos y ambientales (hábitos alimenticios, estilo de vida, enfermedades, etcétera) determinarán la talla adulta”, reveló De las Heras.
Por su lado, la pediatra Lucía Galán señaló: “Si el padre y la madre son bajitos, lo normal es que tengan hijos bajitos. La genética pesa mucho y, aunque la alimentación es fundamental en el embarazo y en los primeros dos años de vida, lo que marca el pronóstico de talla en un niño sano es, en gran parte, la talla de sus padres”.
Galán explicó que hay una fórmula matemática que predice la “talla diana o talla final del niño cuando termine su desarrollo” y dijo que “las variables que se utilizan para calcularla son la talla de la madre y la del padre”. Sin embargo, advirtió que puede haber un margen de error de varios centímetros por encima o por debajo y que esto no deja de ser un cálculo matemático.
Cómo se calcula la talla diana
Para saber la talla diana de una niña se debe realizar lo siguiente: talla del padre (cm) + talla de la madre (cm) - 13 y todo ello dividido entre 2. A modo de ejemplo, sería: (172 + 160 - 13) : 2 = 159,5 cm.
En cuanto a la del niño: talla del padre (cm) + talla de la madre (cm) + 13 y todo ello dividido entre dos. Por ejemplo, si el padre mide 172 cm y la madre 160 cm, la talla diana de ese niño varón será (172 + 160 + 13): 2 = 172,5 cm.
¿Influye la alimentación en la altura?
La doctora Galán señaló que “un estado de desnutrición mantenido en el tiempo comprometerá la talla del niño”, a la vez que agregó: “Por el contrario, un sobrepeso o una obesidad mantenidos pueden inducir una pubertad precoz en niños y niñas que, al desarrollarse antes de lo que les corresponde, perderán unos centímetros de su talla esperada”.
De las Heras destacó luego que “la leche es un alimento con gran importancia en la alimentación, más aún en la etapa de crecimiento de los niños, donde son necesarias unas ingestas de calcio determinadas a cada etapa de desarrollo”, pero dijo: “No se puede afirmar que beber más leche supone crecer más, porque la talla final depende de la interacción de los factores genéticos y ambientales a lo largo de todo el proceso de crecimiento”.
¿Es cierto que después de que un niño tenga fiebre pega un estirón?
“Por un lado, el sueño y el descanso son factores importantes en el desarrollo y crecimiento. Por otro, la fiebre estimula la hormona del crecimiento. Estos dos aspectos unidos, como por ejemplo cuando los niños se encuentran enfermos presentando fiebre y necesitando descansar más, explicarían el mito”, comentó De las Heras.
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También indicó: “La práctica de deporte infantil debe estar supervisada, controlada y adecuada a la edad y condición física del niño, ya que, una ejecución incorrecta, de inadecuada o excesiva intensidad puede suponer daños, pero la actividad física favorece el desarrollo físico, mental y social. Tener un estilo de vida saludable interviene positivamente en el crecimiento”.