¿Cómo es que la humanidad pasó de picar piedras a construir la rueda y a sondas espaciales enviando datos desde los límites externos del sistema solar? ¿Cómo pasamos de encender el fuego y vivir en las cuevas a la institucionalización de naciones democráticas? La vida se ha ido complejizando, pero también ha mejorado en términos evolutivos.
Para algunos, la evolución y transformación del homo sapiens se produce por la naturaleza del lenguaje y su poder creativo; para otros, porque tenemos la capacidad de cooperar unos con otros, aún sin conocernos.
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También se habla demasiado de la inteligencia, esa capacidad de adaptación de nuestra especie y se duda de ella cuando nos autodestruimos o destruimos nuestra casa común, sea esta una comunidad, un país, o nuestro planeta.
Tal vez para que esta evolución continúe por caminos no solo tecnológicos sino de bienestar común, deberíamos evitar la involución a momentos ya superados, aplicando nuestra vasta experiencia y nuestra capacidad de interconexión para librarnos de situaciones que solo nos llevarían a nuestra propia extinción.
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Quizás sea posible entonces pensar que es la capacidad de convivir lo que pueda salvarnos como especie. Para esto debemos alejarnos de la polémica y la violencia constante, enfocándonos en una cultura de paz que aliente el encuentro, la socialización y el diálogo entre las diferentes formas sociales y culturales de ver el mundo.
En el marco de la educación proponemos algunos pilares posibles para edificar esta cultura:
Paz
La paz requiere fuerza de voluntad y práctica constante, sobre todo en tiempos tan complejos, y de tantas violencias. Como sostiene Thich Nhat Hanh, el maestro zen, la paz es una opción en caminos donde también hay violencias.
Se trata de ofrecer una educación práctica con eje en la empatía y la compasión de modo de construir puentes para un bien común. En la escuela, cada clase debería ser un escenario de puesta en práctica de la convivencia positiva.
Tolerancia
La tolerancia implica el reconocimiento de cualquier diferencia religiosa, étnica e ideológica, y como plantea Umberto Eco, cuando en lugar de ella se instala la intolerancia y ésta a su vez se convierte en doctrina, ya será demasiado tarde para combatirla.
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Se requiere entonces de una educación constante que comience desde la primera infancia antes de que la intolerancia se convierta en conducta espesa, dura y peligrosa.
En las aulas, abrir la puerta al mundo con proyectos interculturales participativos llevará a la clase a tener una experiencia vital desde diferentes perspectivas.
Comunicación no violenta
Otro elemento crítico en la educación que debe introducirse desde una edad temprana es el de promover principios y elementos de la comunicación no violenta:
- No juzgar
- Escuchar atentamente
- Evitar la agresión en nuestra expresión
- Ser respetuoso del decir ajeno, aun en el disenso
La comunicación no violenta ayuda a la humanización de la sociedad y es muy necesaria para evitar participar en procesos tóxicos que suelen desenvolverse con intensidad en las redes sociales.
En el aula debería practicarse la comunicación no violenta para mejorar el clima escolar y como consecuencia de ello, la calidad de la educación.
En síntesis, la continuidad armónica de la humanidad provendrá de participar en su evolución de modo positivo, tomando conciencia plena de que el verdadero sentido de la vida es convivir de forma pacífica y que, para lograrlo, debemos elegir educar en esa dirección.
(*) Marta Lescano es Presidente de Fundación FEPAIS, magister en Enseñanza, investigadora, diplomada en Derechos Humanos autora de libros de nivel secundario y de material para docentes.