Un famoso es aquel personaje público que es reconocido por mucha gente por sus cualidades o sus actos y que recibe gran atención por parte de los medios de comunicación.
Con las redes sociales, cada vez son más las personas que se lanzan con distintos talentos y acciones -incluso por sus aspectos físicos- al mundo virtual en busca de popularidad y fama. Ahora, ¿están todas las personas preparadas para afrontar un mundo que tiene tantos beneficios como limitaciones y adversidades? ¿Cómo puede afectar tanta exposición a la psiquis y las emociones?
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El famoso surge en un contexto socioeconómico y cultural que lo genera y lo consume. No siempre es famoso quien se lo merece por su contenido sino quien logra captar el sentir o la necesidad de la mayoría. No es lo mismo ser famoso que ser popular o artista. Hoy en día, está idealizada la expectativa de tener fama ya que representa tener poder.
Las redes sociales -a modo de fenómeno de masas-, contagian y viralizan a quienes logran “pegarla” con el ideal popular. El problema es cuando se convierte en objeto a la persona famosa para beneficio de unos pocos. Es decir, cuando se ingresa en la cadena del mercado quedando atrapado en ese círculo.
Los principales beneficios de la fama son:
- Se abren infinitas posibilidades para mostrar/se, acceder a contactos, concretar proyectos, expandir el propio talento, etcétera.
- “Todos me quieren” y “todo se puede”: se vivencia un estado de felicidad plena. La coincidencia del yo con el ideal genera una sensación de embriaguez enceguecedora incomparable con lo vivido anteriormente. La necesidad primaria de ser reconocido y valioso para los demás se satisface ampliamente, acompañado de sentimientos de omnipotencia y realización absoluta.
Los efectos negativos de la fama
- Lo efímero de la fama: como fuego artificial brilla, pero al poco tiempo se desvanece. La vorágine de pasar sin escalas del vértigo del poder al olvido o al desconocimiento resulta muy angustiante.
- Alteración de la percepción de la realidad: si la persona cree que tener fama es ser poderoso, observará la realidad de un modo distorsionado.
- La fama narcisista se da cuando la persona confunde su ser con la imagen que vende.
- La fama se come al yo: Se confunde el tener con el ser. Si se tiene fama se es alguien, pero sino, no.
¿Qué ocurre cuando la fama llega demasiado temprano?
- Cuna de famosos: cuando el niño se cría en una casa de famosos no resulta traumática la sorpresa de su fama porque es su hábitat natural.
- Cuando la fama adviene de un modo imprevisto, excesivo y abrupto puede generar efectos traumáticos porque la persona no está preparada para elaborar el exceso, pero sobre todo para aceptar un posible fracaso.
- Las etapas evolutivas de crecimiento requieren ciertos tiempos madurativos, físicos y psíquicos a fin de ir armando la personalidad y el proyecto identificatorio. Por lo tanto, nunca es recomendable acelerar o saltear esas etapas de crecimiento que son necesarias para la construcción de la identidad. Antes que ser para otros, es necesario construirse y ser para uno mismo.
- Cuando la fama les llega muy temprano, se añora siempre el pasado vivido, lo cual desata fantasías de ansiedad con poca expectativa de futuro. Se sienten viejos en plena juventud y todo tiempo pasado fue mejor.
- Es importante que el entorno del famoso lo prepare, sobre todo para tolerar la frustración y los tiempos de espera. Si le evita la confrontación con la frustración de la realidad, no desarrollarán los recursos necesarios para lidiar con el afuera cuando la fama acalle.
- Del jugar al trabajar, sin escalas: lo propio del mundo infantil es el placer por jugar, el mundo simbólico y la libertad para imaginar. Cuando la fama interrumpe su mundo infantil, el placer del jugar se transforma en trabajo y el trabajo en una obligación, con otros ritmos, exigencias de los tiempos adultos, que lo apuran a resolver rápidamente conflictos psíquicos sin la adecuada elaboración. Perder la posibilidad de jugar significa perder libertad creadora.
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Los posibles efectos de la fama
- La adicción a la fama: el ego del famoso se vuelve hambriento del aplauso del público y el público se vuelve hambriento de la vida del famoso.
- Se depende de los efectos de los éxtasis vividos en tiempos de éxito. Lo preocupante es cuando el motivo de fama está en la vida privada y no en el contenido.
- Al ídolo no se lo perdona: transformarse en un modelo idealizado permanente agota. Debe estar siempre disponible para el personaje que otros compraron.
- Excesiva susceptibilidad a la opinión de lo demás: en las redes se goza de la impunidad del anonimato para opinar sin responsabilidad y con desconocimiento del efecto en el otro.
- Autoestima dependiente: cuando se construye el amor propio apoyado en la mirada aprobatoria de los otros, probablemente la autoestima disminuye y la persona se vuelva frágil, por lo que requerirá ser alimentado cada vez con otras experiencias superadoras que, a veces, tornan el propio cuerpo como moneda de cambio.
- La persona famosa se vuelve desconfiada: el mundo se vuelve persecutorio. ¿Quién se acerca por afecto y quien por conveniencia egoísta? Descreen de los vínculos confiables, tienen relaciones más efímeras o fugaces. Suelen buscar relacionarse con gente de su entorno conocido y se vuelven fóbicos a salir al mundo exterior.
- La falta de privacidad: es agotadora y alteradora, donde se confunde lo íntimo/privado/público.
- La necesidad de mantenerse eternamente jóvenes: realizarse ciertos procedimientos para estar a la moda o para verse como el estereotipo perfecto de la sociedad. Es demasiada exigencia cumplir con el ideal de belleza y estar disponibles para otros todo el tiempo.
¿De qué sufren los famosos?
La fama puede llevar a la depresión, inseguridad extrema, ataques de ansiedad, ataques de pánico, falta de deseo, irritabilidad, problemas en el sueño y descanso.
En general, no se tolera la angustia. Se buscan métodos para aminorar el dolor, la espera. A veces, caen en las drogas o el alcohol para anestesiar la angustia. La medicación prolonga los cuadros, no resuelve el problema y los eterniza en un vínculo dependiente con la sustancia.
Qué hacer si un hijo tiene talentos
- Acompañarlo a desentrañar en cada etapa. Hay que hacerlo ya sea si se trata de un deseo verdadero que podría conmover el actual modo de vida o si se trata de un hobby placentero.
- Tratar de discernir los propios deseos personales proyectados en nuestros hijos. A veces nos obedecen inconscientemente.
- Enseñarle especialmente a tolerar las frustraciones.
- Ir paso a paso. Ensayo y error. Intentar que no pierda sus referentes estables de vida y que los cambios vayan siendo paulatinos.
- Si concluyen que es su deseo verdadero, acompañarlo en la formación de ese talento sin que se le quite la libertad de crear y jugar. Capacitarlo en lugares que promuevan la expansión creativa y no la copia de modelos.
La fama es una elección de modo de vivir. Por eso, es necesario aprender a convivir con el hecho de ser una figura pública, con los pros y los contras que ello conlleva.
(*) Laura Morrison (M.P. 14.189) es licenciada en Psicóloga Clínica y psicoanalista. Especialista en Niños y Adolescentes.