El coronavirus dejó de ser un misterio para la ciencia, aunque aún se desconoce por qué algunas variantes son más peligrosas que otras. El SARS-CoV-2 pertenece a una familia de virus denominada nidovirales de genoma de ARN de sentido positivo, y su nombre se debe a que las proteínas de su superficie tienen una conformación similar a una corona.
Ahora, ¿qué es un virus y cómo se comporta? Según explicó Andrea Rivas, viróloga e investigadora de la Universidad San Sebastián (USS), “un virus es un agente infeccioso microscópico que necesita infectar una célula para poder multiplicarse. Contiene su propio material genómico, que le permite llevar la información y reproducirse”. En ese sentido, precisó que existen virus de distintos tipos, con diversos genomas y características estructurales, que le permiten tener distintas maneras de infectar a los organismos y consecuentemente, producir variadas patologías.
Respecto al covid, Rivas, que además es directora del Magíster en Biomedicina Molecular USS, explicó que el coronavirus normalmente infecta a animales, pero algunos de ellos, como el virus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), o del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) -que también son coronavirus-, infectan además a humanos”.
La especialista señaló que este nuevo virus -según la secuencia de su material genómico- pertenece a la familia coronavirus y se parece al SARS en un 80%: “Es un virus respiratorio como el SARS y usaría el mismo receptor celular para reconocer la célula que infecta. Sin embargo, el 20% de diferencia en el genoma de COVID-2019 podría causar diferencias en su patogenicidad. De hecho, los datos que se tienen hasta ahora muestran que es menos agresivo que el SARS y causa 10 veces menos mortalidad que este”, añadió.
Respecto a si el virus puede seguir mutando una vez que está en el organismo humano, la viróloga dijo que sí. “Las tasas de mutación dependen de las características del virus y de la presión selectiva, es decir, de cómo influye el ambiente en el que está el virus. Existen virus que se encuentran muy cómodos en el organismo, que no generan una gran respuesta inmune, se multiplican lentamente y, por lo tanto, mutan poco. Sin embargo, existen otros más agresivos, que generan una gran respuesta inmune, son más mortales y mutan más, ya que requieren cambiar para evadir al sistema inmune del animal. Además, esto está influenciado por el tipo de genoma del virus. Los virus de ARN, como los coronavirus, mutan más que los virus de ADN, ya que estos últimos poseen mecanismos que impiden las variaciones”, argumentó.
En esa misma línea, la especialista aseveró que los coronavirus tienen altas tasas de mutación que les permiten adaptarse a nuevas condiciones. “De hecho, el SARS mutó durante los dos primeros años de la epidemia para unirse mejor a su receptor celular aumentado la virulencia en humanos, pero el MERS no ha mostrado altas tasas de mutación que afecten su virulencia en humanos desde 2012, por lo que no podemos predecir qué pasará con el covid”, afirmó.
Un informe publicado por Nature aseguró que, desde el comienzo de la pandemia, las variantes del SARS-CoV-2 se han convertido en la mayor preocupación científica, sobre todo en lo que refiere a aquellas detectadas en Sudáfrica (B.1.351), Brasil (P.1) e Inglaterra (B.1.1.7.). A esas, se sumó la variante de la India (B.1.617), considerada “preocupante” por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde su aparición, el SARS-CoV-2 lleva acumuladas más de 12.700 mutaciones. Si bien la mayoría no tuvo consecuencias biológicas, otras dieron lugar a nuevas variantes, algunas de preocupación. Hasta la fecha, han aparecido más de 100 mutaciones que sí dieron paso a cambios en la secuencia de aminoácidos de las proteínas del virus, principalmente la Spike.
Los científicos explicaron que las mutaciones de los virus ocurren por errores al azar en la replicación de su genoma cuando se multiplican dentro de la célula. Esos errores generan la diversidad biológica necesaria para que sobre ella actúe la selección natural. Los virus no tienen voluntad ni controlan sus mutaciones, pero el proceso evolutivo siempre da como resultado una mejor adaptación al medio, en este caso, a los seres humanos.
La BBC informó en un artículo que antes de febrero de 2020, cuando todavía no se tenía un control sobre la transmisión comunitaria del virus, hubo un periodo de rápida diversificación genética del virus coincidente con su transmisión en cada región geográfica. Tras la relajación de las restricciones, se produjo una nueva diversificación, esta vez de forma más progresiva. Esa fase de la evolución del coronavirus tuvo un importante componente geográfico, donde la aparición de mutaciones y variantes se agrupó por regiones.
Varios especialistas revelaron en la BBC que algunas de las mutaciones surgieron recurrentemente durante la pandemia en diferentes variantes o linajes a lo largo de todo el planeta de una manera completamente independiente, lo que indica que hay una fuerte presión selectiva actuando sobre dichas posiciones. A eso, se lo conoce como convergencia evolutiva. El virus encuentra una y otra vez las mismas soluciones (mutaciones) para adaptarse mejor al ser humano y asegurar su supervivencia. Sin embargo, también pueden ocurrir mutaciones que suponen una desventaja para la supervivencia o replicación del virus, lo que se conoce como selección purificante.
Hay tres posiciones en el genoma que han sufrido mutaciones clave en la evolución de la pandemia: la mutación D614G en la proteína de la espícula, y la R203K y G204R, que han ocurrido en la proteína de la nucleocápside del virus.
Cómo muta el COVID-19
El informe de Nature explicó: “Las variantes son complicadas. Cada una está conformada por una colección de mutaciones que tienen la potencial capacidad de cambiar la versión original del SARS-CoV-2”. Entonces, ¿qué dicen los expertos cuando hablan de variantes y eso qué puede significar para el futuro de la pandemia?
“Los virus se multiplican copiando sus genomas una y otra vez. Pero, como una vieja fotocopiadora, esas copias no siempre son perfectas. Cada una de esas copias imperfectas es una variante. Normalmente, las imperfecciones de la mutación no cambian el modo en el que el virus se comporta y hasta pueden ser menos exitosas que la versión original. Sin embargo, y muy raramente, las mutaciones pueden cambiar al virus de una manera muy importante. Se puede volver más infeccioso y capaz de evitar al sistema inmunológico y hasta a las vacunas. Cuanto más se reproduce el virus, más posibilidades tiene de acumular estas raras mutaciones, lo que hace que se propague más rápidamente entre las poblaciones y lo vuelve más resistente al sistema inmunológico humano”, sostuvieron los científicos.
En ese sentido, explicaron: “Cuando eso sucede, es cuando los especialistas hablan de ´variante de preocupación´, como aquellas detectadas en Sudáfrica, Inglaterra, Brasil y en la India (que pasó de ser una variante de interés a una preocupante)”.
Por meses, los científicos han estado estudiando (y lo siguen haciendo) qué es lo que ha cambiado en estas variantes y qué significan esos cambios, ya que la expansión del virus no necesariamente significa que tenga una ventajosa mutación. Por ejemplo, un pequeño grupo de personas puede mover una variante de una región a otra -como sucede con los turistas-, y esas variantes pueden expandirse en la nueva locación, aunque no siempre generan un cambio significativo en la biología del virus. A eso se le llama ´el efecto fundador´.
Los científicos estudian cómo las mutaciones están cambiando las propiedades del virus. Y los últimos estudios están arrojando datos sobre cómo esas mutaciones están ayudando al virus a expandirse y fortalecerse. Algunas de esas variantes se están extendiendo rápido y están resistiéndose al sistema inmunológico y a algunas de las vacunas que se están aplicando.
Al respecto, el informe de Nature precisó: “La mutación D614G (llamada “Doug”) ha sido vista en casi todas las variantes desde el comienzo de la pandemia. La proteína Spike es la que el coronavirus utiliza para penetrar en las células. Una mutación en el genoma cambia un aminoácido por otro y hace a la nueva variante más infecciosa que la original. La N501Y (conocida como “Nelly”) es otra mutación de la proteína Spike que ha sido asociada con el incremento de contagios. Esta mutación ha sido detectada en las variantes B. 1.1.7, B.1.351 y la P.1. Hay otra mutación de la proteína Spike que es la E484K (conocida como “Eek”) que ha sido detectada en las variantes B.1.351 (Sudáfrica) y la P.1 (de Manaos, Brasil)”.
Hasta el momento, estudios científicos han demostrado que esas variantes pueden evadir algunos anticuerpos. De hecho, señalan que la variante sudafricana redujo los efectos de varias de las vacunas contra el COVID-19. Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, el coronavirus está mutando muy despacio en comparación con el virus de la Influenza y las vacunas están demostrando ser eficaces. Aún así, los expertos advierten que cuanto menos se propague el virus, menos chances tiene de evolucionar.