El diseño de estrategias es clave para evitar los rebrotes de contagios de coronavirus hasta tanto se aplique la vacuna y se genere la inmunidad necesaria. La sociedad está más concientizada, tiene información y sabe lo que hay que hacer para minimizar el riesgo de una segunda ola, pero es la parte individual la que llevará a controlar una enfermedad que ya causó en la Argentina más de 41 mil muertes y más de un millón y medio de casos.
“Hay que seguir con el distanciamiento de las personas y utilizar de forma adecuada el barbijo en todo momento que se esté en contacto con personas que no sean del núcleo familiar”, explica a Con Bienestar Roberto Debbag (M.N. 60.253), integrante del Consejo Consultivo en Salud de TN.
La Organización Mundial de la Salud admitió la posible transmisión del coronavirus por medio de las gotículas de secreciones respiratorias. Y en una nota informativa de julio, recomendó encarecidamente evitar espacios públicos cerrados como restaurantes, discotecas u oficinas en los que no se pudiera garantizar una buena ventilación o el espacio suficiente para mantener la distancia de seguridad. Esto implica que, antes de entrar a uno de estos recintos, hay que comprobar de forma previa que cumplen con las medidas necesarias.
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En verano
El calor reduce, pero no elimina la transmisión del coronavirus que es poco estacional, pero los humanos sí lo somos. Eso implica que en verano la realización de actividades en espacios abiertos y el efecto desinfectante de la exposición solar prolongada ayudan a reducir los contagios.
Otro aspecto importante para evitar el rebrote en esta época, es detectar y buscar los contactos estrechos. “Las pruebas rápidas de antígenos son confiables y de bajo costo. Proporcionan datos en el momento en que la persona infectada tiene alto riesgo de contagiar el COVID-19 y otorgan su resultado en 20 minutos, sin necesidad de instrumentación especial”, aporta Debbag.
“La mitigación se dará con la llegada de las vacunas, de una manera cautamente optimista porque se comenzará por la población de riesgo, es decir que la población deberá continuar con los cuidados preventivos”, indica el infectólogo Eduardo López (M.N. 37.586).
Los brotes actuales afectan sobre todo a personas más jóvenes y la proporción de casos graves y la mortalidad son muy bajos (inferior al 0,5%). Con esta mayor benignidad de los nuevos infectados y, en ausencia de vacuna, los expertos dicen que podríamos tolerar un “ritmo saludable de contagios entre personas no vulnerables”.
“Es cierto que estamos todos muy cansados, pero también es cierto que debemos sostener un puente hasta la vacunación”, remarcó el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós y destacó que “lo significativo es cómo nos estamos preparando para el potencial rebrote. Esta es una enfermedad que rebrota, aquí se trata de mitigar, de hacerlo más pequeño y más tardío”.
“El testeo no puede dejar de hacerse y hay que sostenerlo de forma permanente”, insiste López.