Aunque cueste creerlo, someter un paciente con ACV a una cirugía resulta menos costoso que administrarle sólo fármacos por vía endovenosa. Esta es la conclusión a la que llegó el primer estudio realizado en la Argentina que mide el costo-efectividad de los tratamientos en personas con accidente cerebrovascular.
Los autores del trabajo comprobaron que tratar un paciente que cursa un ACV isquémico por la obstrucción de una gran arteria cerebral mediante el uso de un stent (trombectomía mecánica) combinado con la administración de fármacos le significa al sistema de salud un ahorro del 36 por ciento si se compara con la sola indicación de medicamentos por vía endovenosa.
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Los datos del estudio van a ser presentados en la Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo 2020 (SIMI), que se realiza en Buenos Aires de forma virtual hasta mañana, viernes. Las conclusiones se obtuvieron mediante un modelo computacional en el que se midieron los costos y beneficios de las técnicas a lo largo de toda la vida de un paciente.
Los especialistas aseguran que el acceso a la terapia no solo tiene efectos en el corto plazo, sino también en el largo. “Esto último se justifica por ejemplo, en los efectos que posee el tratamiento en reducir la discapacidad asociada”, señala Pedro Lylyk neurocirujano, presidente del Comité Científico del SIMI (M.N. 44.976).
El ACV es la principal razón neurológica de discapacidad y la segunda causa de muerte en el mundo luego de los ataques cardíacos. Se trata de un conjunto de síntomas y signos que ocurren al comprometerse el flujo de sangre de una zona del cerebro por problemas repentinos en la circulación sanguínea al taparse o romperse las arterias o venas.
El taponamiento de venas o arterias causa que las células cerebrales se mueran por falta de oxígeno y otros nutrientes esenciales. Esto puede provocar graves lesiones cerebrales, que se traducen en secuelas físicas y mentales irreversibles.
Trombectomías en la Argentina
La trombectomía mecánica se basa en la utilización de un catéter por una arteria de la pierna que se dirige hasta el cerebro para aspirar el coágulo o introducir un stent para abrir la arteria tapada.
La técnica es considerada como uno de los procedimientos efectivos, curativos y que reducen las secuelas que puede provocar un ACV por parte de la American Heart Association (AHA) y la American Stroke Association (ASA). Sin embargo, su práctica en nuestro país no es masiva.
“En la Argentina, las trombectomias que se realizan no serán más de 350, siendo una cifra exagerada”, asegura Juan Cirio, Jefe de la unidad de ACV de la Clínica La Sagrada Familia (M.N. 81873) quien expondrá los resultados en el SIMI.
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El especialista apunta a que la razón de que el número de cirugías de este tipo sea tan bajo en la Argentina se debe a varios factores. “El primero es la poca disponibilidad de centros integrales de ACV capacitados para hacerlas. El segundo, la falta de una red que facilite la derivación de los pacientes de los centros de menor complejidad hacia los de mayor. Y el tercero, la escasez de equipos multidisciplinarios capacitados en la indicación de esta terapéutica”, consigna Cirio.
Según el modelo utilizado en el estudio de costo-efectividad, se estima que deberían realizarse en el país entre 3.500 y 6.000 procedimientos por año. A esta cifra, se llegaría recién en los próximos 5 o 10 años, calculan los especialistas.
Este tema será uno de los que se va a abordar en la edición 2020 del SIMI, donde también se presentarán cuestiones relacionadas con la innovación en el campo de la Neurocardiología y ACV.