El ojo seco es una de las afecciones más habituales en estos tiempos de pandemia. Además de esa falta de lubricación, provoca enrojecimiento, picazón, irritación, vista nublada, lagrimeo y ojos llorosos. Encima, tocarse la cara no es lo aconsejable en estos tiempos de coronavirus, así que hay que tomar medidas.
Se trata de una enfermedad que ocurre cuando las lágrimas no cumplen de manera adecuada su función. Puede deberse a que los ojos no producen cantidad suficiente o a que sean de mala calidad, como en aquellos pacientes que sufren blefaritis o disfunción de glándulas de Meibomio.
Con el uso prolongado del barbijo, los casos de ojo seco aumentaron en forma considerable en los últimos meses en pacientes sanos y entre quienes ya lo sufrían antes de la pandemia.
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Los síntomas se agravan por el uso prolongado de las pantallas como computadoras, teléfonos, o televisión, que se duplicaron durante el aislamiento.
El “efecto barbijo”
Cuando tenemos colocados los barbijos, el aire de nuestra respiración se dirige en forma directa, cual chimenea, hacia nuestros ojos. Eso produce una mayor evaporación de la capa acuosa de la lágrima, ocasionando mayor sequedad ocular.
Este flujo de aire es el responsable de empañar los cristales en pacientes que usan anteojos, provocando además alteración y disminución en la visión.
Para evitar esto, se puede intentar ajustar bien el barbijo en la zona de la nariz, permitiendo que el aire se escape por los laterales y por la parte inferior, con el fin de direccionar el flujo en forma no tan directa hacia los ojos.
En principio, ese “microclima seco” que se genera es más una molestia que un problema grave si la persona no tenía patologías previas en el ojo. Si, por ejemplo, antes de este periodo de coronavirus y tapabocas ya se tenía el diagnóstico de ojo seco, el panorama se agrava y puede terminar en una visita al oftalmólogo para que recete unas lágrimas artificiales ajustadas a las nuevas necesidades del ojo y capaces de lubricar su superficie en las circunstancias actuales.
Hay distintas maneras de prevenir la sequedad de los ojos, pero dejar de usar el barbijo no figura entre ellas. La distancia social y el uso generalizado de tapabocas demostró frenar la pandemia y son las dos medidas más importantes para protegerse del contagio del COVID-19.
Con unas sencillas estrategias, los casos típicos de ojo seco se pueden tratar e incluso prevenir.
¿Cómo evitar el síndrome del ojo seco?
Una de las recomendaciones para mantener el ojo hidratado es utilizar lágrimas artificiales. Si el paciente ya padecía de ojo seco, lo ideal sería que concurra a su oftalmólogo para complementar a su tratamiento de base algún gel oftálmico nocturno, o lágrimas más especificas según su patología.
Ahora existen los llamados tapones reabsorbibles de colágeno, que son colocados por el oftalmólogo en el punto lagrimal, para mantener más tiempo la humedad ocular. Es un procedimiento muy sencillo que se puede realizar en consultorio.
También ocurre que en los últimos meses “desenmascaramos” muchos pacientes con síndrome de ojo seco, que hasta ahora habían sobrellevado la situación porque sus síntomas no eran tan fuertes. Sugiero, a la menor molestia, consultar al médico, para así prevenir episodios de queratitis que es cuando la cornea se lastima por la misma sequedad ocular.
(*) Florencia Valvecchia es médica especialista en oftalmología (M.N. 113.603) y subespecialista en superficie ocular e infectología. Es miembro del Consejo Argentino de Oftalmología y de la Sociedad Argentina de Superficie Ocular. Es docente y coordinadora en la Universidad del Salvador (USAL) del Módulo Microbiología y Farmacología del Curso de Especialista en Oftalmología. Ex-directora del Centro Oftalmólogico Municipal San Camilo.