El diario brasileño O’Globo y las agencias internacionales de noticias Bloomberg y Sputnik, dijeron que el doctor Joao Pedro Feitosa, de 28 años, estaba en el grupo de control y que había recibido un placebo en lugar de la vacuna de prueba.
Al parecer, el médico voluntario trabajaba con pacientes de coronavirus y estaba infectado por la enfermedad, según señala la BBC. Las autoridades sanitarias de Brasil (Anvisa) manifestaron que no están autorizados a difundir información clínica del paciente debido a la legislación de protección de datos, por lo que se debate si la causa de la muerte fueron complicaciones del coronavirus o si tuvo algún efecto secundario de la vacuna.
// Coronavirus: la vacuna de Oxford crea una “fuerte inmunidad” al COVID-19, dice un estudio británico
“Tras una cuidadosa evaluación de este caso en Brasil, se determinó que esta situación no interfiere en la seguridad del ensayo clínico. Incluso, una revisión independiente y el propio regulador brasileño, recomiendan que el ensayo continúe”, dijo un portavoz de la universidad en un comunicado.
La Universidad Federal de Sao Paulo, que está coordinando la tercera fase de los ensayos en Brasil, confirmó que un comité de revisión independiente había recomendado que el ensayo continuara.
Las opiniones de los expertos internacionales
El doctor Andrew Preston, especialista en patogénesis microbiana que trabaja en vacunas, dijo a MailOnline: “Cubrir todas las manifestaciones de la enfermedad del COVID-19 requeriría ensayos tan grandes, que se agotarían con el correr del tiempo. Es muy probable que sean imposibles de ejecutar y financiar, y retrasaría los datos tanto tiempo que viviríamos sin ninguna intervención mediada por vacunas durante años”.
En el ensayo clínico de Oxford, se separan los voluntarios en dos grupos; uno que recibe el fármaco y otro al que se le administra el placebo sin que los sujetos ni sus familias sepan a qué grupo pertenecen.
“Los ensayos de vacunas no deben interrumpirse incluso en caso de muerte”, afirma el profesor Gareth Williams, de la Universidad de Bristol, a MailOnline: “Es un mensaje muy poderoso para la necesidad de una vacuna, y para continuar con el ensayo para encontrar cuál es la respuesta, y la necesidad de educar a la gente sobre la importancia de esto”.
Antecedentes
En septiembre, la prestigiosa universidad británica y la farmacéutica AstraZeneca tuvieron que paralizar los ensayos clínicos debido a que uno de los participantes desarrolló una “enfermedad potencialmente inexplicable”.
Las autoridades no ofrecieron información sobre el paciente, al igual que en este caso, pero los investigadores aseguraron que se trataba de algo normal dentro del proceso y que ya había ocurrido en otras ocasiones. Así, el incidente no supuso un revés y un tiempo más tarde se volvió a poner en marcha el ensayo clínico.