Un fallo judicial que sentenció que la campeona olímpica Caster Semenya debe reducir sus niveles hormonales de testosterona apunta al eje de un dilema en el mundo del deporte: ¿Cómo evitar la discriminación contra deportistas “transgénero e intersexo” al tiempo que se debe garantizar que las competencias sean justas? Este y otros interrogantes disparó el caso de la atleta sudafricana. Previo a consultar a un experto argentino en deportología, recordamos el caso.
Semenya fue acusada de hacer “trampa” luego de ganar con holgada diferencia gran parte de las carreras en donde participó. Se dijo que la respuesta ante su desarrollo muscular extraordinario era el exceso de testosterona que produciría su cuerpo.
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La mencionada hormona sirve para fortalecer la musculatura y la masa ósea. Es por esto que reglamentariamente se considera un fraude cuando un deportista consume suplementos con testosterona. Algunas mujeres -como es el caso de Semenya- padecen de hiperandrogenismo, una condición médica en la que tienen “un exceso en la producción de andrógenos”.
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Semenya, ganadora de la medalla de oro en los 800 metros de Londres 2012 y Río 2016, debió someterse, por orden de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), a “controles de género”, cuyos resultados nunca fueron reportados públicamente de manera oficial.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), máxima instancia judicial del deporte mundial, falló que Semenya y otras atletas mujeres con niveles hormonales inusualmente elevados deben medicarse para reducir esos niveles de testosterona si quieren competir en ciertas pruebas, incluyendo los 400 y los 800 metros planos. La Corte ratificó las reglas propuestas por la IAAF, al argumentar que “son discriminatorias” pero “esa discriminación es un medio necesario, razonable y proporcionado para preservar la integridad del atletismo femenino".
El análisis
El médico cardiólogo y deportólogo Norberto Debbag (MN 51320), quien además ejerce como profesor universitario, habló con ConBienestar y compartió algunas apreciaciones sobre el caso que provocó un fuerte debate en el mundo del deporte.
“Es un caso sumamente complejo. Se trata de una mujer que lleva una lucha de hace 10 años contra el IAAF por la discriminación que viene sufriendo debido a su androgenismo. Desde 2009 que se vio cómo ganaba sus carreras, comenzaron los análisis clínicos y hormonales. La suspendieron y luego pudo volver a competir. En este tramo sufrió bullying y burlas de sus compañeras. Hasta llegó a llorar sobre la pista”, ilustró el especialista. "El 8 de mayo, se lanza el nuevo reglamento con regulaciones en materia de niveles de testosterona. Previo a esto, sorprendió ver que Semenya perdía de manera extraña algunas carreras. Todos se preguntaban si acaso se había dejado ganar en ocasiones para no llamar la atención".
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"El debate tiene diversas aristas. Por un lado sus contrincantes tienen razón, el rendimiento de ella es evidentemente mayor al promedio natural. Pero al mismo tiempo, si se trata de un desarrollo natural para ella, ¿cómo se le va a pedir de bloquearlo? Habría que aplicarle una enzima para bloquear las hormonas".
"Las dos posiciones son a considerar. Creo que se trata de un tema multidisciplinario. No se puede decidir sólo en un tribunal técnico. Requiere del análisis de psicólogos, genetistas, endocrinólogos, y otros especialistas para determinar en conjunto qué corresponde hacer", concluyó en cuanto al enfoque que debería aplicarse en este y otros casos similares.