Por Alejandro Aguilar, doctor en Medicina Especialista en enfermedades de superficie ocular, fundador y ex presidente de la Sociedad Argentina de superficie ocular (MN 71395).
La superficie ocular está bastamente poblada de fibras nerviosas que le dan sensibilidad a los ojos. Dentro de éstas, aproximadamente un 15 por ciento de las mismas responden a variaciones de temperatura.
Estos termoreceptores reaccionan con más capacidad al frío que al calor, y es por esta singularidad es que nuestros ojos “sienten” el frío y no tan fácilmente “sienten” el calor. De esta manera, en estos días de invierno, y más aún estimulado por la acción del viento, nuestros ojos perciben el frío y nos dan esa sensación.
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En condiciones normales y durante el parpadeo, la superficie ocular sufre cambios de temperatura. Esta variabilidad genera los estímulos necesarios para la producción de un adecuado caudal de lágrimas, con un equilibrado balance entre cantidad y calidad de las mismas.
En general, el descenso de la temperatura, produce un estímulo a la producción lagrimal y el aumento de la temperatura lo bloquea. Esto explica porque en los días de invierno, y como ya mencionamos más aún por la presencia del viento, nuestros ojos tienen tendencia a lagrimear.
"A menor temperatura, más producción de lágrimas y a mayor temperatura menosproducción".
Tan solo entre 1 y 2 grados centígrados de descenso producen este fenómeno. Es típico salir de temperaturas más altas de ambientes calefaccionados al exterior, percibir la sensación de frío en los ojos y al poco tiempo nos comienzan a llorar. Si bien esta manifestación es fisiológica y, por lo tanto normal, muchas veces puede incomodarnos. En este caso, el solo hecho de usar anteojos de sol permite mitigar este efecto y evitarnos el tener que estar secándonos las lágrimas.
Esta situación generada por las bajas temperaturas, se ve influenciada además por la humedad ambiente. Cuanto más alta, menor estímulo para lagrimear. Por el contrario, a menor carga de humedad, mayor posibilidad de presentarse. En los inviernos fríos y secos los ojos nos lloran más.
¿Qué podemos hacer?
Es importante señalar que el uso de monitores de computación aumenta la temperatura de la superficie ocular. Si a esto le sumamos la calefacción, condicionamos a que descienda la producción de lágrimas y por lo tanto nuestros ojos se sequen. Si bien este fenómeno se produce tanto en invierno como en verano, es en el invierno dónde muchas personas lo experimentan más.
En estos casos, el hacer consciente el parpadeo y el realizar “recreos” periódicos en el trabajo con la computadora resultan de valiosa ayuda.
El uso de lubricantes artificiales y lentes de protección con o sin aumento óptico también contribuyen a mitigar este efecto.