Una emotiva historia de superación protagoniza un joven estadounidense llamado Jason Barnes, quien perdió su antebrazo tras electrocutarse con cables de alta tensión. Sin embargo, su amor por la música hizo que no se diera por vencido. Buscó una solución dentro de la tecnología y gracias a ello pudo convertir en realidad su sueño de convertirse en baterista profesional.
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Una mano biónica que un equipo de investigadores de su país logró desarrollar fue lo que le devolvió la capacidad de vivir la experiencia que siempre anheló.
Jason creía que su sueño de ser ser baterista se había quedado trunco en 2012 cuando sufrió un accidente mientras trabajaba en un restaurante. Pero hoy Jason toca la batería gracias a un brazo robótico. “Cuando tocás la batería normalmente utilizás la muñeca y los dedos. Y eso es lo que consigue recrear este brazo robótico. Gracias a él puedo flexionar mi músculo. Puedo hacerlo en las dos direcciones y dirigir la baqueta o palillo”, explica Jason.
“Puedo utilizar al mismo tiempo una segunda baqueta que funciona de manera independiente. Puedo crear todo tipo de ritmos. Ritmos que sin este brazo no podría conseguir. Así puedo seguir un ritmo con una baqueta y otro con la otra”, añade.
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El brazo de Jason fue creado por el músico e inventor israelí de robots musicales Gil Weinberg. “Nunca hubiese imaginado que un día podría dirigir dos baquetas con un solo brazo y tocar a una velocidad imposible para los humanos. Pero existe un tiempo para todo”, explica. “Todavía estoy acostumbrándome. Sigo trabajando. Por ahora no hay resultados definitivos. Uno nunca puede ser lo suficientemente bueno en algo”, asegura el joven baterista.
