Todo comenzó con dolores de cabeza. Emily Rowland se quejaba de esa molestia desde chiquita. Hoy, con 16 años, esta adolescente de Georgia, Estados Unidos, puede pasar hasta 20 horas dormida y hace dos años y medio que se vio obligada a dejar la escuela, así como también abandonó los concursos de belleza de los que participaba.
El diagnóstico es una severa epilepsia no convulsiva intratable, que le provoca un letargo extremo, dolores de cabeza, vómitos y mareos. Tiene ausencias que pueden durar días y puede caer en sueños profundos que no la dejan comer, beber o tomar oralmente sus remedios. Además, estos graves ataques le provocaron una forma de demencia.
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“Mi condición hace que las actividades cotidianas sean muy difíciles. Hasta maquillarme es complicado. Mi mamá tiene que hacerlo porque no puedo quedarme despierta ni tengo la coordinación para lograrlo, debido a los ataques”, explica la joven a medios ingleses. “Además, también es difícil vestirme. Incluso hay un video donde literalmente me quedo dormida parada, tratando de arreglarme en la mañana”.
Su mamá, Brandi, se ha convertido en su cuidadora permanente. De hecho, hace ocho años que Emily no duerme sola. “Aprendía rápido y era exitosa. Empezó la escuela un año ante y le estaba yendo increíblemente bien. No teníamos idea de que algo terrible estaba sucediendo con su cerebro”, contó su mamá a portales británicos.
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Sin embargo, destaca que “cuando está despierta, pone lo mejor de sí, independientemente de lo mal que se sienta. Siempre pone a los demás por sobre ella. Su novio la llama Bella Durmiente y la invitó a su baile de graduación”.
De acuerdo a lo que informa la familia, luego de varios tratamientos infructuosos están esperando probar un nuevo método, mediante el cual le implantarán un dispositivo en su pecho que estimule su nervio vago, enviándole pulsos eléctricos a su cerebro para ayudar a controlar los ataques.
