Hasta no hace mucho tiempo, era normal encontrarse con gente a la que le habían extirpado las amígdalas o el apéndice por algún tipo de problema médico. Hoy en día, algunas de esas operaciones han quedado en desuso gracias a adelantos en la medicina.
Sin embargo, en casos extremos, se hace imposible conservar algunos órganos y deben ser extirpados del cuerpo. De todas formas, no todos son necesarios para sobrevivir y no tenerlos no genera mayores complicaciones, en algunos casos.
Órganos sin los que podríamos sobrevivir
Apéndice: la función de este órgano aún no se conoce con certeza. Algunos estudios recientes sugieren que es una especie de “almacén” de bacterias beneficiosas.
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Vesícula biliar: se encuentra debajo del hígado actúa como depósito de bilis, una sustancia espesa y amarillenta que ayuda a descomponer alimentos grasos. Cuando se forman cálculos en él, y se pone en riesgo la vida del paciente, se realiza un procedimiento llamado colecistectomía.
Bazo: sí, aunque te parezca extraño, es posible llevar una vida normal sin este componente de nuestro cuerpo. Además de reciclar glóbulos rojos y ejercer como depósito de glóbulos blancos y plaquetas, ayuda a combatir infecciones.
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Órganos reproductivos: los ovarios y los testículos pueden ser extraídos. Al venir en pares, si se extirpa solo uno de ellos, la capacidad reproductiva no se ve comprometida. Muchas veces la causa de su extracción son tumores cancerígenos.
Colon: ciertas enfermedades provocan que resulte necesario extirparlo en parte o en su totalidad. Se encarga de reabsorber agua y sal y comprime las heces para facilitar su expulsión y es la sección principal del intestino grueso.
Riñones: debido a la gran cantidad de trasplantes conocidos de estos órganos, es de conocimiento general que podemos vivir con uno de ellos. Su función es filtrar el flujo sanguíneo para mantener el equilibrio entre agua y electrolitos y entre los componentes ácidos y alcalinos.
