Cuando una pareja decide separarse, el primer impacto no suele ser legal ni económico, sino emocional. Kylie Layton, psicóloga clínica australiana con sede en Brisbane, asegura que lo primero que las personas necesitan es permiso para sentir. “Una de las primeras cosas con las que las personas siempre necesitan ayuda es para permitirles tener los sentimientos que tienen, sean cuales sean. Es una parte crucial para poder procesar la emoción y luego superarla”, explica.
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Ese proceso emocional, según Layton, es clave para atravesar el duelo y disminuir el estrés que conlleva una ruptura. Aceptar la tristeza, la culpa, la ira o el alivio —emociones frecuentes en estos casos— permite avanzar con mayor claridad hacia los pasos prácticos de la separación.
El matrimonio, más allá del amor: derechos, beneficios y debate social
Desde el punto de vista legal, el matrimonio otorga una serie de derechos que poco tienen que ver con el amor. Así lo plantea la académica estadounidense Melissa Kearney en su libro The Two-Parent Privilege, donde sostiene que el matrimonio tiene un impacto positivo en la crianza y el desarrollo infantil, especialmente en términos económicos y de oportunidades.
El argumento de Kearney —que ha sido retomado en debates políticos— sugiere que, más allá de los sentimientos, el matrimonio ofrece ventajas sociales suficientes como para promoverlo desde el Estado. Y al momento de la ruptura, esas estructuras legales también influyen en cómo se definen la custodia, los bienes compartidos y las responsabilidades.
Divorcios conflictivos: el rol delicado de los profesionales de salud mental
En separaciones complejas, especialmente aquellas que involucran a niños o personas con antecedentes de salud mental, la figura del profesional clínico cobra protagonismo. Sin embargo, el Dr. Michael Oberschneider, psicólogo y evaluador de custodia, advierte que a veces los abogados de familia cruzan una línea peligrosa.
“No es raro que algunos abogados intenten desdibujar los límites de un profesional clínico para reforzar sus negociaciones y litigios. Eso puede derivar en un daño emocional y relacional y en un fallo desfavorable para la familia”, advierte el especialista.
Para Oberschneider, el rol de los profesionales de la salud mental debe mantenerse dentro de los parámetros éticos y clínicos, sin ser utilizados como herramientas para obtener ventajas judiciales. “Gestionar un divorcio conflictivo es difícil, pero aún más si se sus manipulaciones que comprometen la estabilidad emocional de los involucrados”, afirma.
