A lo largo de la infancia, los chicos atraviesan diversas separaciones: cambios de escuela, mudanzas, divorcios de sus padres o el paso a la secundaria. Estos procesos, aunque desafiantes, suelen ser inevitables y forman parte del crecimiento.
Sin embargo, cuando un grupo de alumnos se divide dentro de la misma institución al cambiar de nivel, surgen interrogantes sobre la necesidad real de esta decisión. En muchas escuelas, la reconfiguración de los cursos es una práctica común con el argumento de favorecer nuevas interacciones y equilibrar los grupos. Pero, ¿realmente siempre es lo mejor para los chicos?
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La doctora Mariela Caputo, licenciada en psicopedagogía (MP N° 199.685), máster en neuropsicología y directora de Nivel Inicial, sostiene que es importante que docentes y padres comprendan el valor de respetar las relaciones sociales de los chicos en la escuela. Mantener los vínculos fortalece el bienestar emocional y favorece un aprendizaje más positivo y colaborativo.
Para la especialista, esta continuidad en los lazos permite a los niños desarrollar habilidades para gestionar sus propias relaciones y conflictos de manera saludable, algo esencial para su crecimiento personal y social. En este sentido, destaca que la prioridad debería ser el bienestar emocional de los alumnos, siempre que no existan dinámicas negativas dentro del grupo.
Criterios pedagógicos: ¿una norma rígida o una decisión flexible?
Las instituciones educativas justifican la división de los grupos con fundamentos pedagógicos como:
- Fomentar nuevas dinámicas de aprendizaje.
- Evitar la formación de grupos cerrados que dificultan la integración.
- Equilibrar los niveles de desempeño y conducta dentro del aula.
Sin embargo, esta misma lógica podría aplicarse en sentido contrario. Si un grupo demuestra cohesión, cooperación y buen funcionamiento, ¿por qué dividirlo?

Marcela Lederhos, docente con 20 años de trayectoria en el nivel inicial, explica que en algunas aulas se genera naturalmente un clima de apoyo, compañerismo y aprendizaje colectivo que funciona de manera excepcional. Romper esos grupos puede ser más perjudicial que beneficioso.
Lederhos también señala que, aunque lo ideal sería mantener la composición original de los grupos, en la práctica existen factores institucionales que obligan a hacer ajustes. Un ejemplo ocurre cuando una clase tiene solo siete alumnos y otra quince. En estos casos, reorganizar la distribución es necesario para equilibrar la cantidad de estudiantes y garantizar el buen funcionamiento de la enseñanza.
Los efectos de la reconfiguración en los alumnos y sus familias
Si bien la reorganización de los grupos tiene fundamentos pedagógicos, también puede generar consecuencias negativas en los chicos y sus familias:
- Dificultades para los chicos introvertidos.
- Impacto en la comunidad de padres.
- Desintegración de grupos que funcionan bien.
El argumento de la socialización
Quienes defienden la reconfiguración sostienen que los chicos aprenden a socializar mejor con distintos compañeros. Sin embargo, los especialistas advierten que estos vínculos también se generan en recreos, comedores y actividades extracurriculares.
Ambas expertas consultadas coinciden que separar a un grupo que se acompaña desde hace años debería analizarse en profundidad y no tomarse como una regla general.
¿Se pueden tomar decisiones más flexibles?
En muchos casos, las escuelas aplican la reconfiguración de los grupos como una norma general sin considerar las particularidades de cada aula. Sin embargo, algunos docentes sugieren evaluar cada situación de manera individual, priorizando el impacto en los estudiantes.
La doctora Caputo señala que la herramienta más potente que tiene una escuela es la didáctica. A través de ella y del análisis de las dinámicas grupales, se pueden utilizar diversos recursos para fortalecer los aprendizajes sin necesidad de separar a los niños de sus amigos cercanos.

En este contexto, algunas familias han comenzado a cuestionar las decisiones institucionales y pedir mayor flexibilidad en estos procesos. “Hacemos un llamado a la reflexión sobre las prácticas institucionales que, muchas veces, se mantienen por tradición sin una revisión profunda de sus fundamentos y consecuencias. ¿Y si, en lugar de pedir a los niños y niñas que se adaptan a las prácticas institucionales de siempre, la institución se atreviera a renovarse, abrazando los cambios que reclaman las infancias y la educación de hoy?”, planteó un grupo de padres a un colegio de zona norte que supo recibir la inquietud pero no accedió al pedido de sostener un grupo en su pase de nivel dentro del mismo contexto institucional.
El impacto de la neurociencia en el aprendizaje grupal
El cerebro humano está diseñado para prosperar en entornos sociales y el aprendizaje se ve significativamente enriquecido cuando se desarrolla en un grupo de amigos.
Caputo explica que el aprendizaje cooperativo activa el sistema de recompensa cerebral, liberando dopamina. Esto no solo refuerza el comportamiento social positivo, sino que también mejora la retención de información y reduce la ansiedad.

Este enfoque neuroeducativo sugiere que las interacciones sociales no solo son beneficiosas para el desarrollo emocional, sino que también son esenciales para un aprendizaje eficaz y duradero.
Si bien no hay una respuesta única, el mayor desafío para las escuelas parece ser encontrar un equilibrio entre los criterios pedagógicos y el bienestar emocional de los alumnos. Las separaciones forman parte de la vida, pero en algunos casos, la flexibilidad y el análisis particular pueden marcar una diferencia positiva en la experiencia escolar.