Estamos en una época de pruebas con las que se concluyen meses y meses de suma de conocimientos. Los chicos llegan con cierto nivel de cansancio después de tanto tiempo esforzándose por sacar adelante tareas, trabajos y todos los requerimientos escolares que surgen a diario. La emoción de la presencialidad se suma al apuro de cumplir con los objetivos pedagógicos.
“Para los chicos de primer ciclo de primaria, hay que sentarse a practicar con ellos. Ver los ejercicios que las docentes dan en los cuadernos, los que están en los libros y cambiar datos. Poner situaciones similares y sobre todo ayudar a pensar. No dar las respuestas, sino ayudar a llegar a los resultados”, aconseja a los padres la licenciada en psicopedagogía Florencia Gujis (M.P.1.528) y también agrega que es clave analizar como pudieron darse cuenta, como dedujeron que acción tenían que llevar a cabo en cada consigna.
Leé más: Fonoaudiología: por qué hay demoras en la atención de los trastornos de esta especialidad
“Todo ser humano tiene que enfrentar los problemas que surjan con sus propias herramientas de razonamiento, pero si se relacionan con un docente que los acompañe con estrategias motivadoras, los chicos lograrán establecer premisas que definan su trayectoria escolar con metas de aprendizaje, que cada vez que se logren, postularán el valor de sus propios alcances”, plantea Mariela Caputo, psicopedagoga y especialista en neuropsicología infantil.
“Las rutinas ayudan a desarrollar hábitos que con el correr de los días van cobrando sentido en las aulas”, enfatiza e indica que la evaluación, para los estudiantes y docentes, se convierte en una técnica que pone en juego los saberes, se visibilizan los logros y se reconocen las debilidades y fortalezas en el proceso de aprendizaje.
Construir el conocimiento
En cuanto al segundo ciclo, hay que reflexionar en el estudio de las ciencias. Ya no solo hay que estudiar y practicar Lengua y Matemáticas sino Ciencias Sociales y Naturales también.
“Esto requiere técnicas de estudio. Los chicos intentan memorizar porque esto les da seguridad y sienten que así saben, pero, en realidad, hay que lograr que los chicos puedan dar cuenta de esos contenidos con sus propias palabras”, opina Gujis y resalta que lo importante es “salirse del libreto que da el libro del texto o la teoría de la carpeta y empezar a agregar experiencias, sumar lo que saben por otras vías y formar un discurso propio sobre lo que se va a exponer”. En el armado del discurso propio se ponen en juego estrategias que van a servir para otros muchos requerimientos académicos.
Cómo ponerlo en práctica
Algunas formas de aplicar esta propuesta de estudio:
* Discutir el texto e interpretarlo.
* Tratar de visualizar en imágenes lo aprendido.
* Subrayar, hacer esquemas propios y resúmenes.
* Hacerse preguntas y tratar de explicar el tema como si se tuviera que enseñárselo a otro.
La metacognición en todos los niveles
El auténtico protagonismo de la escuela tiene que dirigirse a ayudar a la persona a pensar, a enseñar, a aprender. Tiene que ir fomentando en el alumno su potencial para el aprendizaje permanente.
“Los trabajos de metacognición son fundamentales en todos los niveles. Ayudan y preparan a la persona para estudiar cada vez mejor y siempre se necesita de otro experto que nos enseñen y nos preparen para el camino. Los chicos de secundaria también precisan de esto, si no no tendrían profesores. Y las personas en la universidad también, pero son otros niveles y hay otras cuestiones involucradas”, resume Gujis.
Por su parte, Caputo coincide en que la metacognición se refiere al conocimiento, al control y naturaleza de los procesos de aprendizaje, tomando conciencia de los mismos. Para la experta puede ser desarrollado mediante experiencias de aprendizaje adecuadas, y a través de pedagogías disruptivas que movilicen las estructuras didácticas para lograr un nivel más alineado con las exigencias del contexto actual.
“La evaluación es tan potente para la vida escolar que hoy más que nunca es una buena oportunidad para innovar y resignificar a la evaluación para motivar a los estudiantes a aprender toda la vida”, concluye.