Al igual que los adultos, los chicos llevan meses esforzándose por adaptarse a una situación excepcional. De la noche a la mañana quedaron atrapados entre cuatro paredes, mucho de ellos sin entender muy bien qué era ese “nuevo virus” que les había robado la libertad.
La pandemia llegó sin previo aviso, sin pedir permiso a nadie, y les robó las rutinas, los días en la escuela, el juego en la plaza o los partidos de los sábados. Pero, sobre todo, los privó de estar con sus amigos, de recibir el cariño de sus profesores, de poder ser mimados por los abuelos.
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La resilencia va a ser sin duda la capacidad que más se va a necesitar educar. Es enseñar a nuestros chicos y adolescentes a buscar respuesta a sus problemas y desarrollar las habilidades necesarias para poder enfrentarse a una nueva realidad repleta de cambios y dificultades desde una actitud realista pero muy optimista.
Cuáles son las 10 claves para educarlos en la resiliencia proactiva
1. Es esencial que los chicos y jóvenes entiendan el cambio como una parte indiscutible de la vida, que nada es eterno, que como se ve con el COVID-19, todo puede variar de la noche a la mañana.
2. Hay que enseñarles a convertir cada contratiempo en una gran oportunidad para aprender, para mejorar, para intentar buscar la mejor versión de uno mismo. A ver el error como parte imprescindible del aprendizaje, a convertir el esfuerzo y el trabajo en los mejores aliados para seguir caminando.
3. Deben saber que confiamos en ellos sin condición, que reconocemos cada uno de sus logros, que están acompañados en cada uno de sus pasos. Hay que ofrecerles seguridad y protección incondicional.
4. Lo mejor es dialogar con los hijos a diario, mostrando empatía con todo aquello que sienten o les suceda. Hay que preguntarles cómo se sienten, qué les preocupa, abrir nuevos canales de comunicación sin juicios ni reproches. Hay que validar todo aquello que les recorra por dentro, ser el mejor modelo que puedan tener a la hora de gestionar las emociones.
5. Es necesario potenciar su autoestima, pilar básico para el aprendizaje. Ayudarlos a ser conscientes de sus fortalezas y también de sus limitaciones, a confiar en sus capacidades, a descubrir sus propios talentos. Conseguir que se atrevan a mirarse en el espejo sonriendo y seguros de sí mismos confiando. Hay que fomentar el autoconocimiento y autoconcepto positivo.
6. Dejar que tomen sus propias decisiones conscientes que en ocasiones no van a ser las acertadas. Potenciar la autonomía, la creatividad y flexibilidad ante las adversidades como la mejor arma para buscar nuevas respuestas, donde el humor y la tenacidad se conviertan en los mejores aliados.
7. Enseñarles a pedir ayuda cuando lo necesiten, a trabajar en equipo cooperando, a ser empáticos y bondadosos con los que les rodean. A ser agradecidos sabiendo valorar lo mucho que poseen.
8. Diseñar juntos nuevos desafíos por los que soñar y trabajar, teniendo muy presente que el esfuerzo y la constancia serán la clave para el éxito, sin victimismos que entorpezcan el camino.
9. No es bueno sobreprotegerlos ni justificar los errores o evitar las adversidades. Exigirles que se comprometan con cada una de sus decisiones sin excusas, asumiendo las consecuencias de sus acciones y celebrando sus éxitos. Animarlos a intentarlo siempre una vez más.
10. Animarlos a enamorarse de la vida, a aferrarse a los sueños, a querer mejorar día a día. A reflexionar sobre el porqué de las cosas, a verbalizar los miedos, a ser simplemente felices.