Un estudio revela que, cuanto más controladoras son las familias, peores son las calificaciones y el aprendizaje del chico. Por el contrario, cuando los padres se relacionan con ellos de forma abierta, comunicativa y fomentando la autonomía, el rendimiento fluye positivamente. “Descubrimos que no todas las formas de implicación familiar están asociadas a resultados escolares positivos”, explica Rubén Fernández, uno de los investigadores del informe.
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Sucede que el modo en que un adulto se involucra en la educación de un chico, influye en el rendimiento escolar. Así como también en el desarrollo socioafectivo y cognitivo, según revela un informe publicado por el Observatorio Social de “la Caixa” de España. Esta hipótesis va en contra de lo que muchos suponen, porque el estudio se basa en cuánta ayuda se les brinda y en los resultados escolares finales.
Los académicos sugieren que el diálogo padres e hijo y la motivación promueve su autogestión y los buenos resultados en la escuela, mientras que una actitud controladora, solo hará que no puedan rendir lo suficiente. Aquellos que intervienen en sus deberes, supervisan el trabajo, lo corrigen y con frecuencia se los terminan haciendo en su totalidad, “a menudo logran lo contrario de lo que pretenden, ya que sus hijos no saben valerse por sí mismos y después son incapaces de continuar con el ritmo de clases”.
La familia como testigo
“Es importante que los papás se impliquen para que tomen conciencia de algunas dificultades que aparecen en los chicos y los puedan acompañar en su escolaridad. El tema está en la forma en la que lo hacen”, explica a Con Bienestar Patricia Rodríguez, psicopedagoga (M.P. 123012) especializada en neuropsicología.
En este punto, la especialista asegura que hay que tener en cuenta dos situaciones. Por un lado, el caso de un nene que no presenta dificultades especificas del aprendizaje. Y por otro, el que sí posee una problemática particular, patología o discapacidad que hace que tenga necesidades educativas especiales. “Tal vez son chicos que puedan requerir de más ayuda de los padres en el momento de hacer la tarea”, argumenta.
Por otra parte, Rodríguez hace hincapié en que las tareas deben ser supervisadas por los padres, pero siempre dejando que el chico sea el verdadero protagonista. “Los adultos tienen que ir siendo testigos de cómo va el proceso de aprendizaje y el rendimiento escolar. Obviamente que el modo en el cual se implique va a repercutir, por ejemplo, en el desarrollo socioafectivo”. La forma en que los padres encaren las tareas que los nenes tienen que llevar adelante, van a marcar un camino hacia la dependencia o hacia la autonomía: “La tarea es lo que le corresponde al chico, es parte de su responsabilidad. De la misma manera que se supone que previamente le dimos deberes en la casa, para que sepa lo que es tener algo a cargo que dependa de él”.
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Para un nene en etapa escolar, realizar una tarea implica un desafío que no es muy diferente de lo que es resolver un problema, y de esos, en la vida se le van a presentar a diario y “no siempre van a estar los padres para asistirlo”. La ayuda tiene que ser una asistencia como guía, “estar cerca pero no sentados ni estudiando con él. Que consulte la duda, que vaya, lo resuelva y que vuelva a sus padres para mostrárselos”, dice Rodríguez y agrega: “Acompañarlos de cerca, no controlando todo o deshaciendo lo que ya hicieron”.
En casos de familias más permeables y menos exigentes, lo que se genera es diálogo, intercambio, consenso. Se negocia el grado de participación y se pueden marcar los objetivos que la familia espera en relación a su aprendizaje. “Es importante reforzar su autonomía, para que cada chico pueda ir resolviendo las situaciones que se le presentan de la forma más exitosa posible que le permiten sus capacidades”, concluye la psicopedagoga.
“Los deberes es la única actividad que hacen sin el control directo del profesor y su importancia no radica únicamente en ser una herramienta de refuerzo de los contenidos dados en clase, sino también en fomentar la responsabilidad”, acota Rubén Fernández. Por ello, si un adulto les realiza por completo su tarea, parte de la autonomía y el desarrollo de la personalidad del chico se podría ver opacada o controlada. “No conviene contribuir a que ellos se conviertan en personas demasiado dependientes”, agrega. Por esta razón, los académicos insisten en que predomine un alto nivel de comunicación entre pares, para que los resultados académicos sean mejores y más equitativos.