Grace Smolinski era igual a cualquier otra nena de 3 años. Ya podía decir oraciones completas y sabía todas las canciones de la película Moana, que cantaba todo el día por las habitaciones de su casa. Sin embargo, empezó a sufrir breves convulsiones.
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Varias semanas después, una de ellas duró siete minutos y volvió en sí sin la capacidad de hablar ni caminar. Por lo tanto, sus papás la llevaron de urgencia al hospital para saber qué le pasaba. “Dentro de las primeras horas de internación cada vez podía decir menos cosas. Antes cantaba y contaba historias completas pero en ese momento ni siquiera era capaz de pronunciar ‘Moana’”, detalló su mamá, Erin Smolinski, a medios extranjeros.
La condición de Grace empeoró hasta creer que en la habitación había alguien más, una persona que la aterrorizaba. “Tuve mucho miedo. Me preguntaba qué era lo que veía pero las enfermeras me explicaron que estaba alucinando”, recordó la mujer.
Los doctores encontraron finalmente dónde estaba la causa de estos síntomas: la nena tenía encefalitis autoinmune. Esta condición le provocó un paro cardiorrespiratorio y fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde sufrió otra convulsión severa. “Simplemente me quebré mientras veía que 20 personas trabajaban sobre ella. Nunca olvidaré que tuvieron que intubarla toda para ayudarla”, confesó Erin.
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La encefalitis autoinmune consiste en un grupo de condiciones que sucede cuando el sistema inmune ataca por error a las células saludables del cerebro, de acuerdo al Centro de Información de Enfermedades Genéticas y Poco Frecuentes de Estados Unidos. Entre los trastornos que provoca se encuentran desórdenes neurológicos y psiquiátricos (problemas de memoria y cognición, convulsiones, afección del equilibrio, el habla o la vista, psicosis, agresión y ataques de pánico).
Esta patología suele presentarse de forma esporádica y en personas sin antecedentes familiares. Entre los tratamientos se encuentran terapias inmunosupresoras y, si el caso estuviera asociado con la presencia del cáncer, extirpación del tumor. Un diagnóstico temprano es efectivo para reducir las posibilidades de complicaciones a largo plazo y recaída. De no ser tratada, puede conducir a la muerte.
En el caso de Grace, luego de dos semanas hospitalizada pudo volver a su casa, junto a sus papás y sus dos hermanos. Asimismo, regresó al jardín de infantes. Según un comunicado de la clínica, la nena fue sometida a un régimen inmunosupresor, que incluyó seis meses de quimioterapia, rehabilitación, esteroides y medicación para detener las convulsiones. Gracias a esto, la pequeña mejoró notable y rápidamente. “Pasó de no poder caminar a correr y andar en su scooter en quince días”, afirmó Erin.
En la actualidad, la mayor parte del tratamiento está finalizado. Sus chances de recaída se encuentran dentro del 20%, por lo que aun continúa con visitas asiduas a la institución. De todas formas, su mamá asegura que no volvieron a notar inconvenientes cognitivos y que la nena volvió a aprender a caminar y hablar. En esto último, sus hermanos de 4 y 1 año fueron de gran ayuda: “se convirtieron en compañeros constantes que empujaron a Grace a sus límites todos los días. Esa fue la mejor terapia que alguien puede tener”, concluyó la mujer.
