Por primera vez en la historia nació un bebé gestado en un útero trasplantado de un cadáver. El hecho sucedió en Brasil en 2016 pero fue publicado recientemente en la revista científica The Lancet y ya despertó polémica. Es que detrás de esto se encuentran cuestiones éticas, aunque el equipo médico involucrado espera que esto aumente la cantidad de trasplantes de este tipo.
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La mujer trasplantada había nacido sin útero, producto de una enfermedad congénita, pero tenía intactos sus ovarios, por lo que le colocaron el órgano de otra mujer de 45 años, fallecida por un derrame cerebral. Luego de 7 meses del procedimiento, le implantaron uno de sus óvulos previamente fecundados. La gestación sucedió de forma normal y dio a luz a una bebé sana, por cesárea. Una vez pasado el nacimiento, decidieron extirparle el útero para evitar que siguiese tomando la medicación inmunosupresora, que era demasiada para evitar que el cuerpo rechace el órgano.
El procedimiento tuvo lugar en el Hospital das Clínicas de Sao Paulo y el equipo médico espera que este logro facilite “la adopción generalizada” de este tipo de trasplantes. Es que, hasta el momento, se han realizado 39 trasplantes entre personas vivas pero solo 11 han logrado bebés sanos y, en su mayoría, las donantes son madres, hermanas o amigas íntimas de las receptoras, lo que disminuye la disponibilidad de órganos. En este sentido, ninguno de los 10 trasplantes con donantes fallecidas había tenido éxito.
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Con este tipo de procedimientos se podría ayudar tanto a mujeres infértiles producto de enfermedades congénitas como a aquellas a las que tuvieron que extirparle el útero por infecciones o tratamientos oncológicos. Sin esta opción, solo restaba la adopción o la subrogación de vientres, hasta que en 2013 se anunció el nacimiento del primer bebé por trasplante de útero entre personas vivas.