El 9 de octubre se celebra en Australia el Peter Norman Day en homenaje al atleta Olímpico ganador de la medalla plateada en los 200 metros en los Juegos Olímpicos de México 1968. Pero no será lo deportivo lo que estrictamente marcó su nombre en la historia.
En 2019 una estatua en su honor fue inaugurada en Albert Park, frente al Lakeside Stadium en Melbourne, hogar de Norman. El atleta no pudo ver semejante homenaje, porque murió en 2006, a los 64 años. No es el primer reconocimiento que se le hizo y en realidad es la tercera estatua que recuerda aquel legendario podio.
¿Pero por qué hay tantos homenajes para un mismo evento? La respuesta es conocida por todos los que siguen los Juegos Olímpicos, pero el nombre de Peter Norman va un paso atrás de la fama de los otros dos atletas que fueron parte de aquel trío.
Una foto, una de las más conocidas de la historia del deporte del siglo XX, muestra a dos atletas norteamericanos negros en el primer y tercer puesto, con su medalla dorada y de bronce respectivamente.
Ambos están descalzos y en el momento del himno levantan un puño con un guante negro. Tommie Smith y John Carlos sabían que eran los favoritos a subirse a ese podio y tenían un plan. Iban descalzos como los esclavos que levantaban el algodón en Louisiana y el puño era el saludo de los Panteras Negras.
En 1968 estaba terminantemente prohibido hacer cualquier comentario o expresión política por parte de los atletas participantes de la cita olímpica.
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Pero Smith y Carlos no intentaron traicionar a Peter Norman. Antes de hacer su gesto le contaron lo que pensaban hacer. Ambos atletas eran miembros del Programa Olímpico contra la segregación racial (OPCR) y como el comité tampoco escuchó sus reclamos, subirían con una insignia de ese grupo.
Como se ve, no era un mensaje sutil que pudiera ser ignorado por nadie. Peter Norman lo entendió y expresó su solidaridad. Les pidió una de las insignias pero como no tenían tres, le dieron la de otro atleta. En la confusión perdieron un par de guantes y Peter Norman les pasó la idea de que usaran un guante cada uno del mismo par. Eso también se ve claramente en la foto.
Cuando sonó el himno el estadio quedó en silencio. Los atletas comentaron que desde el podio no podían tener la medida de la reacción. Ni el impacto histórico de lo que estaba pasando. La carrera había sido extraordinaria y estos tres enormes atletas iban a pasar a la historia también, y mucho más, por otro motivo.
Tommie Smith y John Carlos fueron expulsados de la Villa Olímpica, lo mismo ocurrió con el atleta que le pasó el distintivo a Norman. En su regreso a los Estados Unidos sufrieron discriminación, insultos y estuvieron una década sin formar parte del mundo del atletismo.
Luego volvieron para ser entrenadores y sus voces se volvieron sinónimo de igualdad en el deporte. Pero la historia que contamos acá es la de Peter Norman, quien insólitamente tuvo un castigo peor.
Peter Norman actuó como lo indicaba su conciencia y su educación religiosa. Pero al regresar a Australia fue también discriminado. Cada día fue más complicado seguir participando en competencias y tampoco le fue sencillo conseguir trabajo.
Se le propuso pedir perdón para terminar con en conflicto pero esto fue algo que jamás aceptó. Entrenó como pudo y siguió mejorando como atleta. Logró tres veces la marca para poder competir en los Juegos de Munich 1972 y aun así no fue convocado por el equipo de su país. Australia no llevó a nadie para correr en la distancia de 100 y 200 metros.
Con su carrera terminada, Norman sobrevivió como pudo. Tuvo una lesión grave que casi termina con la amputación de una pierna. Se volvió adicto a los calmantes y alcohólico, pero logró recuperarse.
Con una vida alejada del deporte, murió en el año 2006 a los 64 años. Cuenta la leyenda que en sus peores momentos usaba la medalla olímpica como traba de la puerta del departamento donde vivía.
En el año 2000, en los Juegos Olímpicos de Sydney, Peter Norman creyó que tendría su merecida reivindicación. Pero fue el único atleta olímpico australiano excluido de hacer una vuelta de honor en el evento, a pesar de ser uno de los mejores velocistas de la historia del país.
Cuando la delegación norteamericana descubrió que Norman no estaba invitado, el Comité Olímpico de los Estados Unidos se las arregló para llevarlo a Sydney para que fuera parte de su delegación. También invitado a la fiesta de cumpleaños del velocista Michael Johnson, multimedallista olímpico, quien le dijo a Norman “sos mi héroe”.
Un monumento al famoso podio fue levantado en el 2005 en la Universidad Estatal de San José en California, donde estudiaron John Carlos y Tommie Smith. En ese monumento, el podio del segundo lugar quedó vacío. ¿El motivo? Norman se negó a ser representado, para permitir que los visitantes ocuparan su lugar en solidaridad con los dos estadounidenses.
Un gesto que habla de la nobleza y la humildad de un hombre extraordinario. Hay otro monumento en el nuevo Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana en Washington DC. Allí sí están los tres atletas en la misma posición que la famosa foto del podio.
En el 2012 el parlamento australiano debatió y aprobó un pedido de disculpas oficial a Peter Norman. Lo homenajearon como atleta y saludaron su solidaridad con Smith y Carlos. La disculpa incluía un perdón por cómo fue tratado a su regreso de los Juegos, su no convocatoria para Munich y se le reconoció su ayuda por lograr la igualdad racial.
Cuando Peter Norman murió, John Carlos y Tommie Smith viajaron hasta Australia y cargaron su féretro en el funeral, como reconocimiento a la valentía y solidaridad de su amigo desde aquel momento.
La estatua que hace un año está en Melbourne es la culminación del proceso de reivindicación de Peter Norman y su decisión, un gesto que ayudó a cambiar la historia para siempre.
Para los Juegos Olímpicos de Tokio se anunció oficialmente que no se condenarán los gestos políticos relacionados con la igualdad entre las personas. Los tres héroes de México 1968 recorrieron un largo camino, los tres tienen su merecido lugar en la historia.
Por Santiago García.