“¿Qué hago con las claves?”. El que habla es Silvestre Sivori, extinto jefe de la Agencia Federal de Inteligencia, expulsado del Gobierno en un escándalo que ya quedó viejo apenas una semana después de suceder: la salida del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, envuelto en una trama de espionaje que nunca quedó relevada en su totalidad.
El que escucha a Sivori es Guillermo Francos. Y la pregunta no es menor. La AFI es un órgano con rutinas complejas a la hora de dejarlo. El “señor 5″ de esa institución vidriosa tiene bajo su responsabilidad los secretos de los fondos reservados a disposición de la agencia. “Las claves” son los números para abrir las cajas de seguridad donde se guarda ese dinero y nadie puede irse sin entregarle el comando a alguien.
Leé también: El kirchnerismo rompe el cordón sanitario en el Congreso con la ayuda de radicales y otros “moderados”
Francos ofreció rápidamente como enlace a Sergio Neiffert, el hombre sin ningún antecedente en esta materia que fue designado como nuevo interventor y que tiene a cargo la transformación que se hará bajo el control de Santiago Caputo y un equipo de asesores de inteligencia que están trabajando en rediseñarlo. José Luis Vila, un radical con larga trayectoria en la exSIDE, fue convocado por Guillermo Francos como secretario de Asuntos Estratégicos, un puesto en Presidencia que ocuparon Fulvio Pompeo y Gustavo Béliz y que ahora está vacante.
Lucas Nejamkis, socio de Antonio Stiusso, conversa también con Caputo sobre cómo mostrar cambios. Es posible que echen mano a la opinión de Santiago Viola, apoderado de la Libertad Avanza, hijo de Claudia Balbín, una famosa abogada de históricos vínculos con Hugo Anzorreguy (jefe de la SIDE en el menemismo). Por alguna razón desconcertante, el Gobierno apostará la semana que viene a relanzar ese organismo como un acto de transparencia. A casi nadie le salió bien esa jugada, sobre todo cuando quisieron tenerlo operable. Alberto Fernández prefirió desmantelarla para no lidiar con los problemas que genera.
Guerra de espías
Ahora no. Este gestión ampliará su presupuesto y profundizará su operación en un contexto donde gran parte de sus funcionarios y legisladores se muestra convencida de que hay quién los espía. En el interior del mundo libertario, fue creciendo una tensión paranoica que llegó al propio Sivori, recién renunciado, que había presentado varias veces su dimisión.
Dice que se cansó de ver cómo trapitos que le limpiaban el vidrio del auto o gente que dormía en la calle, de repente lo miraba a los ojos y le decía: “Yo sé quién sos”. Ni hablar de que asegura a su entorno que le sacaron fotos y lo siguieron de madrugada y que pudo detectar que eran agentes de fuerzas oficiales. Una experiencia incómoda que, si se sondea en off, aseguran estar viviendo diputados, ministros y altos funcionarios del Gobierno. ¿Quién espía a quién?
“Hay muchos organismos de inteligencia en las fuerzas de seguridad que se volvieron más poderosos que la AFI”, responde un funcionario que se considera víctima de estas persecuciones. Por las dudas nadie, todavía, hizo ninguna denuncia penal. Esta paranoia tuvo su pico de visibilidad en el conflicto en Capital Humano, con denuncias de corrupción de Petovello a Pablo de la Torre, el exsecretario de Niñez y acusaciones de apretar funcionarios para testificar falsedades. Si hasta corre en el mundillo libertario un sticker gracioso a modo de tarjeta de cumpleaños que dice: “Hola, te invito a mi primera denuncia. No faltes”, ilustrado con un payasito con globos.
Fondos reservados
Cuando Neiffert fue a cotejar las cajas de seguridad, las encontró prácticamente vacías. Aunque suene inverosímil, no es que hubo un faltante. La partida de los gastos reservados desde que asumió el gobierno libertario, creció un 129%, muy por arriba de la inflación acumulada del 51,6%. Pasó de de $650 millones a $1494 millones “Un palo verde. Eso no es plata”, se lamenta un funcionario que sabe de ese dinero.
Muchos de los nuevos altos mandos libertarios no podían abandonar su asombro cuando ingresaron por primera vez al edificio de la AFI en la calle 25 de mayo 11. Una especie de película bizarra de controles exagerados en serie hasta llegar a la altura del despacho principal decorado por el extitular del organismo durante la gestión Macri, Gustavo Arribas.
Estilo refinado, colores claros, espacios amplios, detalles cálidos, lámparas carísimas y un servicio de lujo para asistir los deseos de quien ocupe ese lugar. Él y Silvia Majdalani dejaron la vara alta en gastos para las oficinas que ocuparon y que ahora son la envidia de todos los que entran a ese lugar.
El conejo de la galera
El relanzamiento de la AFI es apenas un detalle en la búsqueda de retomar el control de la conversación pública. “El conejo de la galera”, le dicen los estrategas presidenciales. Todavía no hay paz en el primer piso de la Casa Rosada. El ministerio de Capital Humano sigue siendo un lugar lleno de incertidumbre y todos saben que la Justicia podría darles pésimas noticias en los próximos días.
Cumplido el deber de entregar el plan de reparto de los alimentos, saben que la fiscal Paloma Ochoa recibió la orden de la Cámara Federal de avanzar con el fondo de la cuestión: se trata de cómo y por qué se cortó la ayuda alimentaria sistemática a los comedores. Y sin dudas, la fiscal obedecerá.
Hay una decisión de la mesa chica presidencial que ahora ocupa también Francos además de Karina Milei y Santiago Caputo: quieren ir contra la justicia a la Corte Suprema acusándola de meterse en atribuciones del Ejecutivo. Una estrategia muy cristinista que todavía no se vislumbra claramente cómo funcionará en la práctica. Hay un ministro envalentonado que hasta quiere denunciar a Casanello y a los camaristas en el Consejo de la Magistratura.
Petovello sigue en silencio y desconfiada. Se supo que pidió irse a la Oficina Anticorrupción. El Presidente fue personalmente a decirle que no. Hay temor al carácter intempestivo de la ministra y por eso la escala del esfuerzo en público para sostenerla. Algunos integrantes del mundo libertario se preocupaban esta semana por si prosperaba su plan de ir a la OA: “Se va a convertir en nuestra Lilita Carrio y nos denuncia a todos”, decían medio en broma, medio en serio.
Nadie prevé calma aunque la buscan desesperadamente. Hubo escenas de tanta intensidad emocional entre el Presidente y su ministra esta semana que serían difíciles de creer. La prioridad ahora es ordenar: el consejo de Matías Kelly, un exfuncionario de Carolina Stanley muy valorado, se convirtió en un asesor externo para ordenar el caos.
Ley Bases por sí o por no
Aún si logran algo de paz, vendrá otra tormenta en pocos días: la sesión especial a la que convocaron para el próximo miércoles para votar finalmente ley Bases y paquete fiscal. Varios elementos para tener en cuenta: la sesión es especial porque si llaman a una ordinaria, temían que, con dos tercios de los votos, los senadores habiliten el tratamiento de la reforma jubilatoria que votó Diputados en un movimiento que activó la furia presidencial. Otra vez un problema: no sólo la oposición mostró que si se organiza es tan transversal que une a kirchneristas con radicales y dialoguistas, y obtiene una mayoría indiscutida, sino que puso al Gobierno del lado de los malos, o sea enfrente de los jubilados.
A esta hora, José Rolandi, vicejefe de Gabinete con Lisandro Catalano, secretario de Interior, militan despacho por despacho las voluntades de los senadores para la discusión en particular por la ley Bases y el paquete fiscal: resta todavía mucho por ver sobre qué queda en pie en el artículo de las empresas privatizables, facultades delegadas, la moratoria previsional y, atención: el impuesto a las Ganancias. No se detiene la guerra entre los gobernadores por este asunto. Todos necesitan la coparticipación, pero nadie quiere beneficios especiales para los patagónicos. Salvo los patagónicos.
Un altísimo funcionario de Presidencia se preguntaba hoy cuánto será la dosis de alivio y cuánto el peso que se abrirá si sale bien la votación: “En el momento en que la ley sale, el reloj de arena se da vuelta y cuenta para nosotros”. Todo lo que está pendiente debería activarse. Sobre todo, la incertidumbre que se está produciendo en la economía. Otra vez, la gestión en la mira.
Leé también: La forma de hacer política en EEUU empieza a parecerse a la de Argentina
A esta hora, se sostiene una búsqueda obsesiva del Presidente y su entorno para determinar si el caos de las últimas semanas movió la temperatura social. Algo de esa reacción se vio en los cambios en sus viajes y su decisión de salir a hablar con tanta vehemencia buscando polémica y centralidad. “Un poco de látigo y zanahoria”, dicen a su alrededor.
Como viene haciendo desde que asumió, mira las encuestas en profundidad. En este momento, se está cerrando el relevamiento de una de las consultoras en la que más confía y que más predijo la realidad hasta ahora. Es una que en su último estudio dice que el 50% de los argentinos responde que tiene “esperanza” cuando le preguntan su estado anímico. En ese registro, las respuestas dicen también que un 18% de los argentinos dice sentirse enojado y el mismo número se muestra decepcionado. 50% de emociones positivas contra 36% de negativas.
Esta semana, la consultora siguió midiendo. En el último corte que se observó ayer, ese estado de ánimo aparecía inalterable a pesar del desorden de las últimas semanas. Eso mira Milei cuando decide no retroceder en nada.